Comando Central (COCE)
El debate nacional sobre el sistema educativo convoca a hacer
ruptura con la visión de que la educación es una mercancía,
buscando que las grietas del sistema las debe resolver el
Estado no la sociedad.
En la Constitución de 1991, Colombia quedó declarada
como un Estado Social de Derecho, ficción que pronto fue
sepultada por el recrudecimiento del neoliberalismo que
redujo al Estado a ser apenas un guardián del capitalismo
mafioso, a la vez que la Apertura Económica comenzó la destrucción
sistemática de la producción nacional, entregando el país en
brazos del gran capital financiero nacional y transnacional. Por
esta vía los derechos fundamentales y los servicios públicos los
dejó de prestar el Estado, para entregarlos a menosprecio a los
grandes capitalistas, privatización que arruinó los sistemas de
salud, educación, energía y las comunicaciones, entre otros.
Tres décadas después, el país cuenta con un gobierno progresista,
que paulatinamente va siendo absorbido por el viejo régimen,
porque da continuidad a políticas estatales nefastas para la mayoría
de la sociedad colombiana, como la de priorizar el pago de la Deuda
Externa, en vez de pagar la Deuda Social, que hoy desemboca en
una realidad vergonzosa, en la que según la Cepal, Colombia sigue
siendo el país más desigual del continente y el segundo más pobre
después de Honduras. En esta inhumana realidad, es que conspiran
en el Congreso de la República, para convertir el Instituto que hacía
préstamos a los universitarios, el Icetex, en un banco que funcionaría
como uno más del mercado de capitales y en que la cobertura del
sistema educativo cada vez se reduce más y se precariza más; en un
doble empobrecimiento, de la mayoría nacional y del sistema.
La mitad del problema de la educación es que la han convertido en
una mercancía y la otra mitad, es que está dedicada a promover
la cultura posmoderna que ha barrido a Dios, la Naturaleza y la
Razón, dando máxima prioridad a la vida y a la libertad individual,
realizadas sin principios. Cultura inhumana que determina al
sistema educativo, para que moldee a la gente como objetos del
mercado y para que justifique la violencia sin límite aplicada a
quienes se rebelan y resisten, desradicalización que busca reducir
a la mayoría a la impotencia total, en lo espiritual, intelectual y
moral.
Remontar el neoliberalismo y la cultura posmoderna, implica
avanzar hacia una sociedad poscapitalista.