Himelda Ascanio
A Narciso Beleño lo mataron en la puerta de su casa el 21 de abril
de 2024, en Santa Rosa, Sur de Bolívar. La ejecución de este
dirigente social desnuda la evidente alianza entre las Fuerzas
Armadas (FFAA) del Estado y el narcoparamilitarismo.
El genocidio en Colombia sigue en curso, semana tras
semana siguen engrosando las cifras de lideres y
lideresas asesinadas. Para elevar el nivel de esta
tragedia y como elemento perverso, todos saben
quiénes son los asesinos, quienes ordenan y quienes ejecutan.
Pero también saben de la impunidad reinante y la amenaza
constante, aun así, no renuncian a seguir denunciando hasta
en sus consignas: “militares y paramilitares la misma mierda
son…”.
La esperanza del cambio y del fin del genocidio se esfumó
con el avance del gobierno. Mientras Petro se enfiló en el
continuismo, mientras, sigue la alianza criminal sustentada
en la Doctrina de Seguridad, orientada por Estados Unidos
desde hace 6 décadas.
Lo mataron por defender la vida y el territorio
Ante las denuncias interpuestas por el propio Narciso antes de
ser asesinado, más las pruebas y demostraciones evidenciadas por
las organizaciones sociales de la región, la Fiscalía General de la
Nación (FGN) inició una investigación que determinó judicializar
al Coronel (r) del Ejército José Alejandro Castro Cadavid.
Esta semana la FGN publicó que Castro Cadavid, no solo hacia parte
del Clan del Golfo sino que ordenaba y articulaba las acciones en
la región, donde era conocido como “el coronel”. En la publicación
se expone que se consideraba que el líder social como un opositor
del narco paramilitarismo “por el liderazgo que ejercía y las
denuncias que interponía en su condición de presidente de la
Federación Agrominera del Sur de Bolívar (Agromisbol)”.
La captura de este militar, la confirmación de sus vínculos
con narco paramilitares y de su participación en el asesinato
de Narciso Beleño, son solo la punta de un enorme iceberg que
relaciona estructuralmente a las FFAA relación evidenciada,
denunciada y documentada que no se puede limitar a “casos
aislados” o “manzanas podridas”.
Cambiemos todos
La construcción de la Paz en Colombia exige el cambio de todos
los actores de la sociedad, el Estado mismo y sus instituciones,
doctrina y modelo. Un cambio profundo en el que no se impone
la desaparición o sometimiento del pueblo y que permita atacar
las causas que generan el conflicto. Esto tendrá que iniciar por
parar el genocidio contra el pueblo. Terminar con la doctrina del
Enemigo Interno. Estar dispuestos como sociedad a abordar los
males profundos para encontrar su tratamiento y cura.
Mientras sigan asesinando lideres y lideresas sociales por el
hecho mismo de defender la vida y el territorio. Sin la capacidad
desde el gobierno de combatir y detener la alianza macabra entre
Estado y narco-paramilitarismo, no habrá paz, ni total, ni parcial,
ni territorial… continuará la guerra, porque el pueblo víctima
de ese Estado, tiene pleno derecho a resistir y a defenderse.
Asesinados de la semana
Lida Katherine Rojas Torres, dirigente cívica y defensora de
Derechos Humanos de la vereda Plan Brisas de Aguazul, Casanare;
fue asesinada el 23 de noviembre en inmediaciones del caño La
Carbonera, a 100 metros de un puente en la vereda El Triunfo.
El 23 de noviembre asesinaron tres personas en el barrio Centenario
sobre la vía Panamericana, en el sector de Amparo de San José del
municipio de Ipiales, Nariño.
El 27 de noviembre en el barrio Miraflores del municipio de
Policarpa, Nariño, perpetraron una masacre que dejo 4 víctimas
fatales.
Cinco personas fueron asesinadas el 27 de noviembre en el barrio
El Voladero del municipio de Ipiales, Nariño, cerca del Puente
Internacional de Rumichaca.
Lorenzo Pascal Guanga, líder indígena que se desempeñó como
Gobernador suplente de la comunidad Anza Mapí del Resguardo
Indígena Awá El Gran Sábalo, Nariño; desapareció el 24 de
noviembre de 2024, en el sector conocido como Las Palmas, y fue
encontrado el 28 de noviembre sin vida y con signos de tortura
a orillas del río Nulpe.