LA INFLACIÓN NO ES UN PROBLEMA SUPERADO
Claudia Julieta Parra
La desaceleración económica global ha impuesto la inflación
no solo en los países en desarrollo, sino también en los
desarrollados; desde luego la inflación se siente con más fuerza
en países dependientes del capital extranjero, ¿es posible que
la inflación ceda sin cambiar el modelo económico?
L a inflación global ha atacado todos los mercados y
exacerbado la desaceleración económica mundial;
nuestra economía no ha sido la excepción y la
inflación incrementó ostensiblemente y aunque
en los últimos meses ha decrecido, aún no ha podido ser
conjurada y continua como un fantasma amenazante, además
se yuxtapone al Producto Interno Bruto (PIB) que tiene los
indicadores más bajos de las últimas décadas, en el 2023
fue de 0,6 por ciento, en el año anterior se estima que tuvo
una media de 1,6 por ciento, un déficit de cuenta corriente
(Deuda Externa) que el año anterior fue de 198.034 millones
de dólares, que equivale al 48,5 por ciento del PIB, recortes
presupuestales en gasto de inversión y un déficit fiscal que
continua con tendencia incremental.
La economía colombiana durante la última década se ha
desacelerado principalmente por 3 factores: a) el crecimiento
económico es inferior a sus necesidades lo cual crea un
déficit fiscal, b) el aumento continuado del desempleo y el
empleo informal genera una economía inestable y, c) el alto
costo de servicios públicos, en especial la energía eléctrica.
Estas condiciones sociopolíticas han llevado a que gran parte
de la población pierda poder adquisitivo, lo que genera una
caída drástica de la demanda y exacerba la desaceleración
económica existente.
Una inflación que no cumple los estimados
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística
(DANE), recientemente dio a conocer que el Índice de
Precios al Consumidor (IPC) para 2024 cerró en 5,20
por ciento; si bien esta cifra es positiva en términos que
sostiene el decrecimiento de este indicador en los últimos
meses, continúa siendo alto si se compara con otros países
de Latinoamérica, en estos momentos nuestro país tiene la
sexta inflación más alta de la región.
La disminución de la inflación durante los últimos meses
se debe en gran medida, al desplome de la contribución de
los alimentos al ritmo de crecimiento de los precios; esta
disminución esta inferida por la caída brutal de la demanda,
que se viene presentando durante los últimos meses, que en
sí mismo está ocasionada por la pérdida de poder adquisitivo
per cápita, en otras palabras, sino no hay quien compre,
el precio del producto baja y si este se reduce la inflación
cede; desde luego esta ecuación es volátil y puede variar en
cualquier momento y llevar a que la inflación se incremente
nuevamente.
Inflación baja genera un fenómeno inferido del bajo
crecimiento del PIB, que es la pérdida de poder adquisitivo
per cápita, entendida como la incapacidad de sufragar los
altos costos de los productos básicos, que al ser productos
esenciales en la alimentación de las capas medias y bajas,
no tienen producto sustituto y lo máximo que puede hacer
el consumidor es abstenerse de comprarlo o reduflarlo
(pagar mismo precio, por menos producto), desde luego esto
desacelera el mercado y nos conduce a una caída vertical de la demanda,
que no solo sostiene la inflación como una amenaza
latente, sino que sumado al desempleo y la proliferación del
empleo informal -por encima del 50 por ciento del capital
laboral-, nos deja en alto riesgo de ingresar a un periodo de
estanflación.
Medidas riesgosas
La evidente recesión económica en la que se sume
aceleradamente nuestro país, aunada a la baja formalización
laboral, los salarios básicos deficitarios y el incremento
desmedido del gasto corriente, nos están llevando a una
situación financiera insostenible que puede desembocar
en un periodo de estanflación. De nada sirve disminuir
el índice de inflación, si el valor comercial de la canasta
básica no disminuye considerablemente y no se traslada
un alivio al costo de vida; en consecuencia, subsanar la
crisis socioeconómica, dinamizar la economía y enfrentar
su colapso, requiere incrementar el poder adquisitivo per
cápita, lo cual demanda una política de empleo formal que
disminuya el desempleo y reduzca el subempleo.
Subsanar la crisis socioeconómica, dinamizar la economía
y enfrentar su colapso, requiere incrementar el poder
adquisitivo per cápita; tiene implícito una política económica
que se centre en la disminución de los beneficios a los grandes
capitales y el desarrollo integral del sistema productivo
nacional.