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Chavela Villamil

La tributación y el recaudo captan recursos para los Estados,
con los que sostienen sus planes de desarrollo; sin embargo,
aunque haya una captación cuantiosa, esta no debe ser
destinada al Gasto Corriente, de lo contrario no es posible
subsanar el déficit fiscal y social.

E l modelo económico global instaurado desde hace más
de 100 años, se basa en la acumulación de capital en
un reducido grupo plutocrático, lo que intensifica la
brecha de desigualdad y pobreza que padece buena
parte la población global y más de un tercio de la población
colombiana; esta crisis de modelo aunada a diversos fenómenos
macroeconómicos globales, han desatado una recesión técnica
global, que afecta con mayor fuerza a los países dependientes
de las economías extranjeras, como es el caso de nuestra
economía colombiana.

No basta con el recaudo
En nuestro país el recaudo de impuestos es determinante para
el erario; según lo proyectado para este año el recaudo neto de
impuestos rondaría los 279 billones de pesos, y aunque representa
un crecimiento de 9,6 por ciento, está 30 billones de pesos por
debajo de los 315,5 billones de pesos proyectados en el Presupuesto
General de la Nación (PGN); el recaudo bruto (incluyendo las
devoluciones de la DIAN), rondaría los 293 billones, el desfase no
solo refleja las dificultades que plantea el sistema tributario en sí
mismo, sino la necesidad imperativa de ajustar las expectativas
del Gobierno en torno a la realidad económica del país y la política
del gasto [*].

Es inaplazable disminuir el Gasto Corriente
En términos macroeconómicos Colombia se ha desacelerado y su
crecimiento en 2023 fue de 0,6 por ciento y, el año anterior de
1,6 por ciento, a su vez, el poder adquisitivo per cápita decreció
en 27,93 por ciento, lo que impacta el mercado interno al generar
una caída abrupta de la demanda, que pone en ‘Rojo’ la economía
familiar de las capas sociales medias y bajas, incrementando los
índices de desigualdad y pobreza monetaria y multidimensional.

La política financiera del Gobierno de Petro se ha concentrado
en incrementar el Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de
intereses de Deuda Externa -DE-), para ampliar la cobertura de
algunos programas de subsidios y crear más burocracia estatal,
como es el caso del Ministerio de la Igualdad; pero lo hace sin

tener en cuenta el momento financiero que atraviesa el país, en
otras palabras, aumenta considerablemente los pasivos en un
momento en que los activos decrecen hasta llegar a indicadores
negativos.

La política de glosa de pasivos (pagar DE adquiriendo nueva
DE) incrementa el déficit fiscal y pone en saldos rojos la regla
fiscal de mediano plazo y sobre incrementa el déficit de Cuenta
Corriente (DE), que el año anterior llegó a 197.628 millones
de dólares, lo que representa el 57,92 por ciento del Producto
Interno Bruto (PIB); además el PGN de este año destinó 112,6
billones de pesos a los intereses de la DE, lo que equivale al
21,5 por ciento del PGN, este mismo presupuesto destina el
84,24 por ciento al Gasto Corriente.

Solo un nuevo paradigma económico
puede frenar la deceleración
Incrementar el monto destinado a la DE en 19,5 por ciento, es
nefasto ya que este tipo de incrementos no finiquitan el pasivo,
este dinero no cubre la deuda de capital sino que solamente

amortiza los intereses; continuar incrementando el monto
destinado a este pasivo, genera masa de capital pero nos hace
dependientes del capital extranjero y prolonga el déficit de Gasto
Social.

Cualquier política económica es inocua sino rompe la lógica
antifinanciera de incrementar al Gasto Corriente y el pago a
pérdidas de la DE. Se hace inaplazable un cambio estructural en
el modelo económico, que conlleve una tributación que se centre
en la recaudación por capacidad de capital; que implemente
una política que formalice el empleo y genere solidez laboral e
incremente el poder adquisitivo per cápita.

El problema de la economía colombiana vas más allá de lo financiero
y sin duda es de orden económico, ya que sus políticas siguen
estrictamente el modelo global, y continúa basando el sistema
tributario en lo que se denomina ‘captación por nicho masivo’,
es decir, trata de captar dinero del mayor número de personas
posibles que son mayoritariamente clase media y baja, por eso
siempre son los más afectados con las Reformas Tributarias,
mientras aplica el dogma neoliberal del Trickle Down Effect (TDE,
por sus siglas en inglés), donde la productividad y el desarrollo
supuestamente se sustentan en la reducción de la tributación
de los mega empresarios, para aumentar su riqueza a grado tal,
supuestamente para que “gotee hacia el resto de la sociedad”, tesis
que ha sido ampliamente rebatida por los resultados desastrosos,
en cuanto que resultó incrementando brutalmente la desigualdad
social.

Salir de la crisis socioeconómica actual tiene implícitos cambios
estructurales y radicales en los paradigmas económico,
financiero, fiscal y tributario; por lo tanto, se hace inaplazable
un cambio estructural en el modelo económico, que conlleva
un tributación que abandone la recaudación por volumen y se
centre en la recaudación por capacidad de capital, -entre más
dinero y capital, mayor tributación-, además, se debe disminuir
el Gasto Corriente y los excedentes netos invertirlos en la
atención del déficit de Gasto Social, a la vez que se implementa
una política que formalice el empleo y genere solidez laboral
e incremente el poder adquisitivo per cápita.