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Damaris Izaguirre

En nuestro país el narcotráfico surgió de la mano del
régimen y en poco tiempo afianzó y amalgamó una pétrea
colusión con las Fuerzas Armadas y las demás ramas del
poder, convirtiendo a Colombia en un Narcoestado que
no se debilita, sino que se perpetua.

La consolidación del narcotráfico en la década del 80 y la disputa
de poder que le planteó el Cartel de Medellín al Régimen,
en especial su jefe Pablo Escobar Gaviria, al intentar tener
mayor participación política desató la furia del régimen que
vio en riesgo sus privilegios y ganancias producto del narcotráfico,
generando una guerra fratricida que por momentos hizo tambalear
el statu quo. Esto desembocó en que el régimen sin ningún escrúpulo
se aliara con otros narcotraficantes y las agencias del Tío Sam, para
crear un grupo paraestatal -Perseguidos por Pablo Escobar (Pepes)-,
que con ‘bandera falsa’ actuó a nombre del Estado y puso ‘en su
lugar’ al narco, que se les había salido del redil, con lo que de paso
dejó un mensaje para aquellos que intentaran hacer lo mismo.

Las declaraciones hechas recientemente ante la Jurisdicción Especial
para la Paz (JEP) por el Coronel (r) Hugo Aguilar, Exjefe del Bloque
de Búsqueda, suscitan conmoción, porque el Estado asume la
responsabilidad en la connivencia con la conformación del grupo
paraestatal los Pepes, además genera indignación saber que a un
funcionario público que le den recompensas multimillonarias por
hacer su trabajo, así lo expresa Aguilar: “los 5.000 millones que
ofrecía el Gobierno Nacional por la captura o muerte de Pablo
Escobar, como fue una inteligencia electrónica a través del radio
Thompson que yo manejé con 23 hombres, a nosotros, los 23
hombres nos distribuyeron los 5.000 millones. La recomendación era
no hacer alarde de este dinero, pero de allí salieron los recursos de
mi patrimonio”; los militares se quedan con las recompensas, el Tío
Sam con el control del negocio y el Estado recupera su hegemonía,
¿negocio redondo?

Lo que pasó con Escobar y los Pepes continúa ocurriendo, muestra
de ello son varias Disidencias de las Farc o Clan del Golfo, que son a
toda luz expresiones armadas del régimen. Por tanto, mientras no
se desmantele la colusión entre Estado y narcotráfico en Colombia
seguirá existiendo un Narcoestado y la anhelada paz se reducirá a
un viejo eslogan de campaña electoral.