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Damaris Izaguirre

La historia ha sido construida y contada por los imperios,
por ello su narrativa es vista bajo el prisma del conquistador,
bajo el sofisma de la libertad y el descubrimiento; así nos
implantaron la historia de América, así disfrazaron un genocidio
de descubrimiento de América.

El 12 de octubre de 1942, el ‘conquistador’ Cristóbal
Colón arribó a América, y la historia que ha venido
siendo escrita por los conquistadores y los imperios
registra este acontecimiento como el descubrimiento
de América, cuando en realidad de manera demagógica los
historiadores relativizaron un genocidio; el ingreso de Colón
y su grupo de bandidos de la mano de la iglesia significaron
el exterminio cultural y físico de centenares de etnias que
poblaban el continente americano, a la par que saquearon
millones de toneladas de oro, plata, cobre y demás riquezas
fueron a parar a las arcas de España y otras monarquías
decadentes, que se enriquecieron a costa del baño de sangre
que sufrían los pueblos étnicos de América.

La historia como los discos de acetato siempre tienen lado B, en
este caso la de los pueblos en resistencia, los que se negaron a
entregar la tierra, sus ideales, su credo y sus costumbres, bien
lo dice Amparo Ochoa: ‘sólo el valor de unos cuantos les opuso
resistencia’; primero las etnias indígenas con disimilitud de
fuerza y recursos lucharon a muerte contra el imperio, más
adelante lo harían los afro que fueron traídos como esclavos a
una tierra extraña, pero que jamás las cadenas les aniquilaron
su anhelo de libertad.

Dicen que los tiempos han cambiado, que ya no hay
discriminación, que ya todos somos sujetos de derechos;
tienen razón en que las cosas han cambiado, los imperios
ya no oprimen solamente a los indígenas y a los afro, ahora
subyugan a Los Nadie, a los humildes que son vistos por el
régimen y el imperio como esclavos modernos que deben
sostener sus comodidades y privilegios; pero como en 1942, los
pueblos excluidos no se rinden y luchan de diversas formas
para no ser colonizados ni esclavizados, por eso la élite creó y
tecnificó el paramilitarismo, para en colusión con las Fuerzas
Armadas disipar con terror y violencia cualquier conato de
emancipación o insurrección, por esa misma razón, durante el

mandato de un Gobierno progresista continúan dándole curso
a la doctrina del Enemigo Interno y engrosando las estadísticas
del exterminio del liderazgo social y popular.

En este contexto, resulta paradójico que Petro constantemente
esté cuestionando el Genocidio que comete Israel contra el
pueblo palestino, pero que no actúe con la misma vehemencia
para tomar medidas radicales y definitivas, que paren el
exterminio del que viene siendo víctima el movimiento
social y popular, ¿por qué el Presidente no lucha con coraje y
determinación por la defensa del liderazgo popular?, ¿por qué
Petro no rompe relaciones con el régimen que es el directo
responsable del Genocidio en curso que se libra en Colombia?,
¿por qué el Gobierno del Cambio incumplió su promesa de
deponer la Doctrina de seguridad?; quizás la respuesta es
muy sencilla, el exterminio del liderazgo social y popular es
instrumental al régimen y solo puede ser detenido si el Gobierno
toma la firme determinación de hacer ruptura categórica con
este régimen necrófilo, lo que implica deponer la Doctrina
de Seguridad Nacional impuesta por el imperio, desde luego
esto conlleva ir en contra de las disposiciones del Tío Sam,
pero los hechos demuestran que Petro, como lo dijo Gaitán,
habla duro pero tiene la rodilla en tierra para amoldarse a los
planes del Tío Sam y hacer alianzas con el viejo régimen y sus
representantes.

Es más que evidente que nuestro país no es libre y mucho
menos democrático, por lo tanto es inaplazable una potente
movilización popular que logre la negada emancipación; desde
luego esta transformación no puede ser retórica, debe estar
fundada en hechos tangibles. Es el momento de exigirle al
Gobierno del Cambio que se sincere y diga si está en capacidad
de lograr transformaciones estructurales y no un proceso
cosmético que ejecuta solo cambios superficiales. Los hechos
dejan entrever que los cambios solo vendrán de mano de la
movilización y lucha popular, porque ‘solo el pueblo salva el
pueblo’ y solo de la mano de la lucha popular llegará la segunda
y definitiva independencia.