Claudia Julieta Parra
El 16 de diciembre culmina el segundo periodo legislativo de
este año, y la Reforma Tributaria radicada por el Gobierno, de
la que depende buena parte del presupuesto general anual
y el destino de otras reformas, aún no ha sido discutido en el
Congreso, afectando la economía del país.
La Reforma Tributaria propuesta por el Gobierno
fue radica el 10 de septiembre y es clave para el
futuro fiscal, pues debe financiar 12 billones del
Presupuesto General de la Nación (PGN) de 2025,
el cual cabe recordar que no fue aprobado por desacuerdo
entre las comisiones económicas de Cámara y Senado, lo
que deja en vilo la financiación estatal del próximo año y
todo indica que será aprobado por Decreto, sin embargo, la
Reforma Tributaria no puede seguir el mismo método que el
PGN, por lo que su no discusión deja en vilo la financiación
de cientos de proyectos del Gobierno, dentro de estos las
modificaciones al sistema pensional, la salud y diversos
planes de ayuda a la población vulnerable.
No se puede negar que la no aprobación de la Reforma Tributaria
incrementa el actual déficit fiscal, esta no solventará dicho déficit
y mucho menos subsanará la actual crisis económica, cuyo principal
escollo es la pérdida de poder adquisitivo per cápita; toda vez que
esta reforma no es de carácter redistributivo y continua bajo la
lógica de captación por masa monetaria, es decir, tomar recursos
por gran cantidad de movimientos monetarios de las capas medias,
pero no capta de acuerdo a la capacidad de capital neto, por tanto
las grandes empresas y emporios continúan con una baja tasa de
tributación con respecto al monto de sus utilidades y patrimonio
neto.
Cualquier propuesta de Reforma Tributaria, Financiera o Fiscal
que busque mitigar la brecha social y disminuir el Déficit de Gasto
Social, es inocua sino rompe la lógica antifinanciera del pago de
intereses de la Deuda Externa, y el exceso del Gasto Corriente
(burocracia, guerra, pago de intereses de Deuda Externa), ya que
de nada sirve incrementar el recaudo sino se disminuye el gasto;
más allá de la efectividad de la tasa de recaudación, el verdadero
problema de nuestra economía, es que gasta más de lo que produce
y buena parte del Gasto Corriente es de origen prescindible o
sustituible en términos de montos y tiempos.