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Sergio Torre

Más allá de los comentarios generados por la transmisión
pública del Consejo de ministros del martes 4 de febrero, en él
subyacen situaciones de relevancia política para el futuro del
país y para lo que quedan de este Gobierno.

Después de 6 horas de transmisión de la sesión de
Consejo, el presidente Petro respondió a, ¿por qué
puso en evidencia semejante ‘reality show’? En
su respuesta invocó la transparencia, el derecho
a la información, exponer verdades completas, etc. En su
explicación Petro dice que “el presidente es revolucionario,
el Gobierno no” y que actuó para “exponer al gabinete sobre
el incumplimiento”, además de otra cantidad de frases, que
son una confesión y aceptación de fondo sobre que, este no
fue el Gobierno del cambio, que se deslinda de la izquierda,
defiende a los representantes del viejo régimen, asume su
incapacidad de gobernar y se pliega a la continuidad de las
políticas de la élite dominante.

Eligió el camino de Santos, no el de Bateman
Muchos se preguntan, ¿qué secretos de Petro conocen
Benedetti y Laura Sarabia que los vuelve intocables?
Intimidades que operan como un distractor que encubre la
verdad ya reconocida por el propio Petro, sobre su agenda
de gobierno, que nunca estuvo por cambios profundos y está
más por limpiarle la cara al régimen que por cambiarlo.

La transmisión del consejo ministerial dejó ver el real talante
del presidente, cuando calificó de sectaria a la Ministra de
Medioambiente Susana Mohamad, prácticamente expulsó a
sus escuderos Alexander López y Gustavo Bolívar, sacrificó a
alfiles como Jorge Rojas y Augusto Rodríguez y desconfiguró
el ideario político del progresismo al decir tajantemente: “no
soy de izquierda, no soy socialista, no soy de aquí, ni soy
de allá”. Para rematar, comparó al fundador del M19 Jaime
Bateman, con el más antipático de los políticos como lo es
Armando Benedetti, a quien defendió a ‘capa y espada

’.

Generó suspicacias que a este Consejo de Ministros
no asistieron el ministro del interior, Juan Fernando
Cristo, ni el Comisionado de Paz, Otty Patiño, destacados
representantes del viejo régimen e impulsores de la guerra
en Colombia; si hubieran estado allí, les habría implicado
evidenciarse aún más y develar que de fondo lo que está en
curso es una estrategia de la oligarquía santista, que logró
incorporar a Petro a sus huestes y ya inició campaña de cara
a las elecciones presidenciales de 2026.

Algunas pocas verdades
En la lavada de manos el presidente les endilgó a sus Ministros
y Ministras las dobles agendas que desde un comienzo han
caracterizado el actuar del Gobierno, con esto, Petro justifica
los acuerdos hechos con la derecha para garantizar una
gobernabilidad, al igual que las acciones de perfidia contra
los Acuerdos de la Mesa de Diálogos con el ELN, torcidos que
fueron efectivamente una operación donde desarrollaron
dos agendas. Aunque inculpe a sus Ministros y Ministras,
es la aceptación del engaño al pueblo que lo eligió y a la idea
de construir la paz.

Petro asume su último año de Gobierno haciendo un deslinde
categórico con la Izquierda, de todos los matices, confirmó
lo que ya venía esbozando que su proyecto nunca fue por
los cambios profundos. Los que se quedan en ese escenario
y siguen negando a esta realidad, al menos ahora saben que
caminan dentro y de la mano del proyecto de la oligarquía.
Quienes están por los cambios profundos y la solución
política al conflicto, tendrán que emprender otro camino.

Decía Gaitán que el pueblo siempre es superior a sus
dirigentes, por eso algunos proyectos rebeldes resisten a
pesar de las guerras en su contra y no se entregan. El pueblo
sabe que a pesar de esta involución del progresismo, nada
está perdido si se logra reconocer, ubicar la mirada en los
objetivos de cambio y empezar la organización popular hacia
ellos, como ya se está demostrando.