
Claudia Julieta Parra
Los aranceles son medidas tributarias encaminadas a
restringir la permeación del mercado interno, sobre la base
de hacer más costosa la importación, dando lugar a que sea
más rentable utilizar la producción interna.
Los planes expansivos de Estados Unidos (EEUU) y la
dependencia externa de productos de consumo interno,
ligado a los fenómenos macroeconómicos recientes,
han llevado a los EEUU a desaceleración económica;
aunque el Departamento del Tesoro ha tratado de nivelar la
inflación a través de las Tasas de Interés, el índice de empleo
continúa en márgenes inferiores y lleva a una ralentización
de la contratación del empleo y un sorprendente aumento
del desempleo; que complica la productividad y rentabilidad
del mercado interno, presionado por ingresos hostiles por
cuenta del ingreso masivo de mercancías y materias primas
de economías sólidas y emergentes, a cierre del año anterior
las importaciones de EEUU ascendían a 364.280 millones de
dólares.
Desde su posesión el Presidente Trump, bajo el sofisma de priorizar
el mercado interno y mitigar la desaceleración económica, ha
venido obligado a sus principales socios comerciales, Canadá,
México y China, a renegociar sus convenios comerciales. El pasado
jueves firmó la Orden Ejecutiva para imponer aranceles recíprocos
a los países que gravan productos estadounidenses; Trump tiene
claro que la guerra comercial es una fase temprana de un conflicto
a largo plazo para lograr objetivos políticos y adoptar tarifas o
barreras al comercio, es solo su estilo de negociación; decisiones
que generan respuestas por parte de los países afectados, que en
corto plazo afectaran el mercado bursátil y el mercado global, en
especial en los países dependientes del capital externo
La posibilidad de una guerra arancelaria global, obliga a
países como el nuestro a hacer modificaciones en su política
económica, de lo contrario las repercusiones del aumento
arancelario generaría grandes incrementos el costo de vida,
lo que depreciaría aún más el déficit de poder adquisitivo
existente; esto desde luego implica paradigmas económicos que
rompan con el Trickle Down Effect (efecto goteo) y adoptar un
modelo que fomente el desarrollo integral de la producción
nacional, y aumente el poder adquisitivo per cápita, ligado a
un Sistema Tributario redistributivo que disminuya el Gasto
Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de Deuda
Externa).