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Chavela Villamil

Los indicadores de ocupación y Tasa de Desempleo que
últimamente son publicitados por el Estado, muestran
falazmente una económica creciente y con bajos índices de
desempleo; estos, no reflejan la realidad del país y son muy
distantes del estado actual de la economía colombiana.

La desigualdad y la insubsistencia que sufren millones de
colombianos ha sido una constante durante las últimas
décadas, este contexto es propio del modelo económico
impuesto en nuestro país que centra la acumulación de
capital y dividendos en un reducido grupo plutocrático, a la
par que democratiza la subrogación de los pasivos en el grueso
de la población, que por masa de captación los impuestos recaen
sobre las esferas sociales de menores ingresos. A esto se une
la marcada pérdida de poder adquisitivo per cápita, que en los
últimos años ha sido la directa responsable de diezmar la calidad
de vida, ya que los ingresos percibidos son insuficientes para
sufragar los gastos básicos (alimentación, vivienda, servicios
públicos, entre otros)

Las cifras oficiales esconden la realidad
Recientemente el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (DANE) dio a conocer los indicadores sobre Tasa
de Desempleo de marzo, que llegaron a 9,6 por ciento; a nivel
nacional, la población ocupada llegó a 23,7 millones de personas,
resaltando que la posición que más aumenta es la de trabajador
por cuenta propia -trabajo informal o rebusque-. Aunque las
meras cifras son relativamente alentadoras, se contradicen con
el poder adquisitivo percibido por gran parte de la población, que
ve como su capacidad de compra en este mismo periodo, continúo
decreciendo hasta llegar al 36,4 por ciento.

En paralelo a las cifras de desempleo se conocieron los datos de
Informalidad Laboral, que en los centros poblados asciende a 76,4
por ciento, mientras en el área rural es del 86,4 por ciento. Estas
cifras dejan claro que el incremento en la Tasa de Ocupación no
obedece al aumento de plazas laborales o a un plan estatal de
recuperación laboral, sino al incremento del rebusque, como única
opción para percibir ingresos… es la calle el principal empleador
del país.

Los trabajadores formales e informales además de ser generadores
centrales del Producto Interno Bruto (PIB), son consumidores
del mercado, lo que convierte al empleo en eje central de una
economía, por ende, sin aumento del empleo, el mercado se estanca
y la economía se desacelera. Hasta ahora el Gobierno Nacional no
ha presentado ningún Proyecto de Ley o plan de emergencia que
incremente las plazas laborales y formalice el rebusque, por el
contrario, equivocadamente muestran estadísticas de incremento
laboral que se basan en el repunte del empleo informal.

No hay que olvidar que basar la economía en la proliferación
del empleo informal es un riesgo, aunque el comercio informal
garantiza fluctuación de masa monetaria, no permite generación
sostenida de poder adquisitivo per cápita, creando una economía
volátil, que nos deja en alto riesgo de entrar en un periodo de
estanflación.

La estabilidad y dinamización de una economía no está inferida
únicamente por la ocupación laboral, sino que en sí misma está
determinada por la capacidad de poder adquisitivo per cápita,
sin este, el mercado cae en un descenso grave de la demanda
y se desacelera. Por ende, es un riesgo financiero sostener
la productividad con base en una economía informal, que no
eleva el poder adquisitivo per cápita, además de pauperizar
las condiciones laborales.

Transformar los paradigmas
económicos y productivos

La reactivación y la solidez de la economía se consigue
aumentando el flujo de capital circulante y la creación de
nuevas plazas laborales, además es necesaria una tributación
redistributiva y diferencial acorde al capital neto, esto dinamiza
el poder adquisitivo per cápita aumentando la demanda, lo cual
se traduce en reducción del desempleo y aumento de la capacidad
de producción de las empresas.

La desaceleración económica, la Recesión Técnica declarada por
el Banco de la República, la inflación, el incremento constante de
la Deuda Externa, entre otros, exige una política de austeridad
que permita mitigar estos fenómenos; es inaplazable un cambio
de fondo en el modelo económico, que disminuya los pasivos
estatales, fortalezca y desarrolle integralmente la producción
nacional y equilibre la balanza comercial, disminuyendo la
importación de materias primas y productos con valor agregado.

Superar la actual crisis económica y el déficit de poder
adquisitivo, implica instaurar una política económica fundada
en la formalización del empleo y la mejoría de las condiciones
salariales, además debe generar una tributación redistributiva
que permita subsidiar capas bajas de la sociedad, el sistema
actual no genera ni inclusión social ni sostenibilidad ni mucho
menos crecimiento y productividad, por tanto, se requiere un
modelo que fomente el desarrollo integral de la producción
nacional, y que a su vez disminuya el Gasto Corriente e
incremente de manera integral el Gasto Social.