
Amalia Santana
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),
acaba de publicar el Informe ‘Un llamado a decidir: personas
y posibilidades en la era de la IA’, enfocado en los retos para
la humanidad, del avance de las tecnologías y la Inteligencia
Artificial (IA).
Este Informe actualizó la información sobre los Índices
de Desarrollo Humano con base en la metodología del
PNUD, así como el índice de Gini por concentración
de ingresos, otorgándole a Colombia una deshonrosa
medalla de bronce, como el tercer país más desigual del mundo,
solo superado por Suráfrica y Namibia.
El peor país del continente
El índice de Gini [*] en Colombia es el más alto de América Latina:
54.8; esto significa que casi la mitad de la población de nuestro
país sobrevive con el 10 por ciento de todos los ingresos de la
economía nacional; mientras el 10 por ciento más rico del país,
concentra más del 40 por ciento de la riqueza. Esta altísima
concentración de la riqueza, es la responsable de que seamos más
de 16 millones de pobres en Colombia.
Estas cifras son obscenas, pero la realidad es en verdad mucho
peor. Las cifras planas que se difundieron en algunos medios de
comunicación y motivaron la preocupación de los políticos en
campaña, esconden la situación de quienes llevamos la peor parte
en esta feria de la desigualdad, que somos las mujeres.
Las feministas hemos denunciado históricamente que
capitalismo y patriarcado actúan como sistemas de dominación
imbricados, para desposeer de valor la fuerza de trabajo de
las mujeres, es decir, para robarse el trabajo de más de la
mitad de la población del mundo. Que la burguesía capitalista
transnacional se robe nuestro trabajo, convirtiéndolo en trabajo
no remunerado, no es un secreto, ni una novedad. No obstante,
las cifras del informe del PNUD relacionadas con la realidad
de Colombia, así como el último Informe del Departamento
Administrativo Nacional de Estadística (Dane) sobre empleo y
rebusque, tienen mucho más que contarnos.
Doblemente explotadas
La desigualdad aumenta porque la pobreza de las mujeres en el
mundo aumenta, no hay de otra. El informe del PNUD reconoce
que la carga desproporcionada de trabajo de cuidado para la
mujeres, afecta nuestra educación tecnológica. En Colombia solo
el 35 por ciento de personas graduadas en ciencia, tecnología e
ingeniería son mujeres.
Como si esto fuera poco, con la tecnología no solo han llegado
importantes logros para la humanidad; sobre todo ha aumentado la
concentración de riqueza por parte de los hombres más poderosos
del mundo y han aparecido nuevas formas de violencias digitales
contra las mujeres, como el acoso, humillaciones públicas,
amenazas, cosificación, entre otras.
En Colombia, no solo tenemos el tercer índice de concentración
de la riqueza más alto del mundo. Nos honramos también de
tener una de las tasas de mortalidad materna más altas de
América Latina; en nuestro país, por cada cien mil nacidos
vivos, mueren 75 mujeres. Tenemos también una de las tasas
más altas de natalidad en adolescentes; por cada cien mil
mujeres adolescentes, 59.5 son madres. Todos estos son datos
del Informe del PNUD, que también ubica a Colombia como unos
de los peores países, según el Índice de Desarrollo Humano y el
Índice de Pobreza Multidimensional.
No reconocen los oficios del hogar
Que somos pobres ya lo sabemos. Sin embargo, otra cosa nos dice
estas cifras al contrastarlas con el último Informe sobre empleo
del Dane, con el que el gobierno ‘ha sacado pecho’ en cuanto a
la reducción del desempleo. Mientras hablamos de reducción del
desempleo, hay unas cifras que no cuentan para el gobierno y para
la opinión pública, como son las relacionadas con la disminución
de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, por
dedicarse a “oficios del hogar”.
Según el Dane, entre abril de 2024 y abril de 2025, 336.00 mujeres
dejaron de buscar empleo; mientras 216.000 personas -la mayoría
mujeres-, dejaron de buscar empleo por tener que dedicarse a
“oficios del hogar”.
Sin contexto las cifras no nos dicen mucho; pero lo que
podemos ratificar al comparar estas cifras sobre empleo en
Colombia, relacionándolas con el Informe de desigualdad
del PNUD, es que la “recarga desproporcionada de trabajos
de cuidado” que no es otra cosa que una crisis mundial del
cuidado, la estamos cargando las mujeres.
Las innombrables
El Dane también registra el rápido envejecimiento de la población:
en 2025 en Colombia tendremos más de medio millón de personas
mayores de 65 en comparación con el 2024; la ineficiencia del
Estado para distribuir en otros actores de la sociedad la carga del
cuidado, la falta de interés de los empresarios sobre el destino de
las mujeres pobres, la cultura patriarcal y la pobreza estructural,
nos impiden a las mujeres participar de la fuerza laboral. Como,
‘Cuidar Es Caro’, no tenemos cómo pagar por el cuidado de nuestros
viejos, de nuestras niñas, de nuestras familiares enfermas. No
tenemos cómo pagar por cuidado, para ir a trabajar.
Si en la sociedad capitalista todo se cobra, el cuidado se cobra. Si
las mayorías empobrecidas de esa sociedad no pueden pagar por
cuidado, entonces que cuiden las mujeres pobres que trabajan
gratis. Así ha sido siempre, ¿no?
Esta y no otra, es la realidad de las mujeres pobres en Colombia,
de las que nos levantamos a diario a mirar cómo levantamos
lo de la sopa, mientras debemos cuidar a nuestros viejos y a
nuestras hijas. Las cifras y los indicadores optimistas sobre
la reducción del desempleo, no muestran nuestro cansancio,
nuestras ojeras, nuestro sufrimiento.