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Claudia Julieta Parra

La política económica del gobierno incrementa el Gasto
Corriente para intentar subsanar el déficit, pero carece de
una estrategia de austeridad que contribuya a solventar la
crisis económica, con lo que aumenta el déficit, y empeora la
pobreza y la desigualdad.

La política financiera de Petro incrementa el Gasto
Corriente (burocracia, guerra, pago de Deuda Externa
-DE-), de donde toma migajas para crear subsidios
y nueva burocracia estatal, como la del Ministerio
de la Igualdad; aumentando considerablemente los pasivos,
en un momento en que los activos decrecen hasta llegar
a indicadores negativos. Su política de glosar los pasivos
[adquiere nueva DE, para pagar la vieja DE] incrementa
el déficit fiscal, pone en saldos rojos la Regla Fiscal de
mediano plazo y sobre incrementa la DE, que en marzo de
este año llegó a 203.285,4 millones de dólares; convirtiendo
este pasivo y su manejo en una pesada carga, que asfixia
el producto Interno Bruto (PIB) e incrementa el déficit de
Gasto Corriente, tornando insolvente el erario.

La nefasta política económica instaurada en nuestro país
desde hace décadas y sostenida por gobiernos sucesivos, ante
la reducción crónica de los ingresos y la disminución del PIB,
no ha contraído su política de gasto y endeudamiento, por el
contrario, se ha dedicado a incrementar el Gasto Corriente,
lo que amplía constantemente el déficit fiscal. Según el
Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF) al cierre del
primer trimestre de este año, el déficit total alcanzó el 2
por ciento del PIB, esto es, por cada 2 puntos porcentuales
de recaudo, el Estado gasta 3; el informe del CARF sostiene
que, “los gastos de funcionamiento ponen la mayor presión
sobre el gasto, pero, al mismo tiempo son los más difíciles de
ajustar en el corto plazo”.

El desbalance entre ingresos y egreso a nivel global, ha
venido creciendo y comprometiendo las economías de todo
tipo, en especial como la nuestra, que son dependientes del
capital extranjero. El economista Michael Hudson plantea
que, “la economía ha llegado al punto máximo de su capacidad

de endeudamiento y no hay forma de que pueda recuperarse.
Cada recuperación ha sido cada vez más débil, porque la
deuda que la ha generado, ha sido algo así como conducir un
coche y pisar el freno” [*]

El problema principal de nuestra economía, radica en
la política fiscal y económica, toda vez que los tributos
recaudados cubren medianamente la balanza de gastos, pero
lo recaudado no se invierte, sino que en un margen superior
al 77 por ciento, se destina al Gasto Corriente y además se
consume más de lo que se produce; esto hace indispensable
la reestructuración del Gasto Corriente y la generación de
una política de austeridad estatal, que aplique un recorte
del gasto suntuario y gastos onerosos en la nómina estatal,
como megapensiones, megasalarios, inversión militar,
destinación para los intereses de la Cuenta Corriente, entre
otros.

Salir de la actual crisis y reactivar nuestra economía implica
reformas estructurales al fisco y al sistema productivo,
toda vez que este sistema no genera ni inclusión social ni
mucho menos crecimiento ni productividad; por tanto, la
dinamización de la economía requiere de un modelo económico,
que tenga como base el aumento del poder adquisitivo
per cápita, el desarrollo integral, el fortalecimiento del
sistema productivo nacional, la disminución de la brecha de
desigualdad y pobreza (multidimensional y monetaria).