
Amalia Santana y Karla Torres
Rita Segato, antropóloga, feminista y pensadora
latinoamericana, se declaró Exhumana en una entrevista. Por
el nivel de crueldad al que habían llegado los seres humanos, le
hacían apartarse de ese concepto de humanidad. Declaración
de Exhumanidad con la que perdemos todas.
Con la declaración de una feminista como Rita Segato,
perdemos todas. Con esa declaración, pareciera que
los vencedores aseguran que perdimos, que la lógica y
la experiencia humana vigente es la de los genocidas.
Que lo que define al ser humano, es la experiencia de los
hombres blancos, poderosos, heterosexuales, burgueses y
genocidas. El proyecto de la humanidad lo definen este tipo de
hombres que con dinero, aviones y armas toman decisiones,
que exterminan al pueblo palestino, a las minorías, a los
otros, a las otras. Con esta renuncia, le permitimos a un
pequeño grupo de la especie, la posibilidad de definirnos.
Las mujeres del ELN llamamos a que la humanidad tenga otro
lugar de definición, a que no la caractericen los genocidas, a
que la definamos todos y todas.
Precisamente, mientras parece que el mundo se tuviera
que entregar a la impotencia y a la desesperanza; en
Jericó, Antioquia, 11 campesinos lograban congregar a la
mayoría de sus comunidades, a luchar contra la minería y
el extractivismo que saquea nuestro país. La humanidad en
Gaza da una batalla definitiva por la vida. Y una joven artista
urbana en Bogotá, entrega con su vida un legado heroico,
por la memoria de las víctimas de la guerra.
¿A quién les permitimos tomar la decisión sobre lo que
nos define como especie? ¿Nos rendimos o permitimos que
los poderosos dueños de un Discurso Blanco, Centralista,
Capitalista y Hegemónico se apoderen del proyecto de una
humanidad transformadora, que garantice la vida digna
para todas?
En el ELN consideramos que otras experiencias de justicia,
entrega y compromiso aún pueden escribir otra historia: la
historia desde la otredad, los empobrecidos, excluidos y los
de abajo. Queremos dejar abierta la invitación a definir un
nuevo rumbo, desde el que llamarnos y construirnos como
humanas, que no nos dé vergüenza.