
Comando Central (COCE)
Valoramos como un paso o una gota, como
un suceso alentador para etapas y contiendas más profundas,
que se haya emitido,incluso tardía yfragmentariamente,
sentencia de primera instancia por delitos
menores, proferida contra Álvaro Uribe
Vélez.
Nunca una confrontación histórica de alcance
revolucionario puede pensarse y desarrollarse
sin batallas de ideas sobre la justicia que luego se
encarnen. Por el contrario, siempre acompaña a
la rebelión el alumbramiento o la recuperación de teorías
o enunciados que se puedan llevar a la práctica, al mundo
de lo real. No se trata únicamente de los discursos que las
partes enfrentan: es también la ética o el compromiso con
una determinada moralidad, que en el caso de las fuerzas que
plantean la necesidad de transformaciones por la dignidad
colectiva, debe demostrarse tanto en el día a día como en los
momentos cruciales.
Si bien es cierto que la esfera de las decisiones jurídicas
se desprende del orden de las estructuras económicas y de
dominio material, que es a ese orden al que debemos apuntar
para generar relaciones de poder emancipatorio, no pueden
dejarse de lado determinadas declaraciones, que se refieren
a las normas o a los hechos contrastados con el derecho, el
dominante y también la juridicidad insurgente, que pueden
incidir en el rumbo a tomar, a corregir, a cualificar, en esa
brega histórica de los pueblos por la verdad, la justicia, la
reparación y la no repetición; no solamente en la casuística,
de algunos sucesos, sino mirando precisamente a las
estructuras que reiteran unas lógicas de muerte y que
por lo tanto deben ser combatidas con lucidez, coherencia
y determinación, bajo el abrigo de todas las articulaciones
populares posibles.
Esta perspectiva de cambio histórico, de los retos de una
transición popular, no solamente es demandable a los
revolucionarios, a los rebeldes, sino a quienes pregonan
grados de progreso social, agentes de la denominada sociedad
civil, muchos de ellos evidentemente manipulados por
migajas que reciben, que sin ‘estar en la piel del otro’, de los
sectores más empobrecidos, abandonados y burlados, pueden
creerse con la autoridad de anular de tajo las luchas de la
resistencia, imponer condiciones, casándose con los juegos
de los poderes imperialistas, neocolonialistas, de exclusión
o segregación, como se producen de diferentes maneras
en un sistema depredador como es el capitalismo, con sus
variaciones, modelos y concreciones geográficas, culturales
y políticas.
Es en este marco en el que reflexionamos como ELN, sobre al
menos dos hechos de importante consideración en el curso
de estos días. El primero de ellos por elemental compromiso
y hermandad de luchas, por el dolor que como rebeldes
sentimos. Tiene que ver con la desgarradora realidad de Gaza,
de un pueblo resuelto por sus derechos, que en el conjunto
del cuerpo palestino, ha tenido que enfrentar en solitario la
ocupación, de por sí la más salvaje, que hace ya casi ochenta
años institucionalizaron las Naciones Unidas, dándole vía
libre a un Estado que puso en marcha una maquinaria de
apartheid, de despojo, de crímenes de lesa humanidad y
genocidio.
Esa gran deuda que -hay que recordar una y otra vez-, tiene
la comunidad internacional con Palestina, en particular los
centros de poder como los Estados Unidos y Europa al armar
al opresor sionista, en lugar de disminuir, ha aumentado
desde hace más de veinte meses, al permitir el genocidio,
el infanticidio, el uso de la hambruna como arma de guerra,
los castigos colectivos, la mayor perversión que hasta hace
un tiempo era inimaginable. Esa deuda debe pagarse cuanto
antes.
Por eso, no siendo ahora mismo un correctivo, una solución,
sí es importante destacar cómo frente a la evidencia de la
gran devastación, de la gigantesca mortandad que hemos
permitido siga cometiendo Israel, incluso por presión o aviso
de la responsabilidad penal que pueda incumbir a ciertos
gobernantes, algunos signos de compensación simbólica
y reconocimiento se están produciendo, por lo declarado
esta semana, ya que algunos países caen en cuenta que eso
mínimo, sí es posible, que es una obligación, y se preparan
para algo que es elemental en esa deuda: el reconocimiento
del Estado palestino.
Es una noticia que debemos seguir examinando, que
saludamos en estos momentos, teniendo claro que ni la
ONU, ni Europa, ni siquiera los países árabes de la región,
que han dado la espalda a los palestinos, deben imponer
condiciones de ninguna naturaleza al pueblo que hoy
sufre, que es Gaza y Palestina toda la que debe decidir libre
y soberanamente sobre su futuro. Y que no debe ser por
tanto un reconocimiento formal de cara a un proceso de paz
desastroso o de pacificación.
En el orden interno o frente a la realidad colombiana, también
destacamos la condena contra el Expresidente Uribe, quien es
reconocido como cerebro, artífice y encubridor del genocidio,
de los falsos positivos o asesinatos, de desapariciones,
masacres, narcoparamilitarismo y de la entrega del país a
los poderes imperiales, del supremacismo capitalista y a
clanes mafiosos, de los que proviene. Crímenes por los que
no se le enjuicia todavía.
La sentencia contra Uribe ha sido posible por el coraje
de una juez, y por el deber consubstancial en su labor,
dentro de la jurisdicción ordinaria, no de la de ‘Justicia y
Paz’ o de la ‘JEP’, diseñada en consonancia con el modelo
de desmovilización, desarme y entrega de la guerrilla y
para la impunidad de los máximos responsables, señalados
apenas algunos ejecutores o ‘chivos expiatorios’, mientras
la doctrina del Enemigo Interno, de seguridad de las élites,
auspiciada por Washington, sigue intacta.
Fue posible ese fallo también por la insistencia de algunas
víctimas, por el empeño de los denunciantes y por unas
circunstancias precisas, que corresponden evidentemente
a otra fase de los protagonistas de la guerra sucia, en la que
dicho personaje tétrico que será recordado universalmente
como un criminal, está en la puerta de atrás del
establecimiento, urdiendo no sólo su escape por los mayores
y más atroces crímenes, sino disponiendo a una parte de la
opinión y de las castas políticas de la derecha más visceral,
quienes entran ahora en escena y le van a relevar, o ya lo
están haciendo para continuar el terrorismo de Estado, para
hacerlo interminable, contra los sectores populares. Ese es
su papel pese a esa sentencia.
Esta misma semana un candidato fascista pudo decir lo
que dijo y sigue a sus anchas. Pudimos escuchar al abogado
Abelardo de la Espriella prometer que continuaría el
aniquilamiento de la izquierda en Colombia, que seguirá el
genocidio, habiéndose dictado sentencias internacionales en
las que se responsabiliza al régimen por dicho exterminio.
Esta absoluta desvergüenza y permisividad, aplaudida por
los medios de comunicación, nos hace pensar que si hubiera
una mínima congruencia y decencia en el sistema judicial
del enemigo y en algunas de sus capas, ese señor debería ser
ya mismo procesado por delitos de odio, por enaltecimiento
del genocidio, por revictimización de la ya escasa oposición
legal.
Esto es lo que nos hace reflexionar también sobre el concepto
de una ‘justicia transicional’ que se nos quiere imponer al
ELN desde diferentes espacios, cuando la esencia del régimen
no ha cambiado, no ha hecho tránsito sino a un peor nivel,
con mayor degradación, pobreza y vulneración de los más
indefensos.
La verdadera justicia transicional es precisamente aquella
que aborda el núcleo de las estructuras excluyentes y
desarrolla los mecanismos de tránsito o transición que
corresponden al auténtico poder, control y bienestar
popular o general, como Camilo Torres lo dijo, por lo tanto
a la democracia más genuina, para construir un país donde
el mando no lo tengan las élites o clanes corruptos, como
ocurre hasta el día de hoy, quienes prometen e incumplen
ofreciendo condiciones de muerte, sino que sean los sectores
históricamente excluidos quienes tengan en sus manos el
futuro del país, de sus recursos, las riendas de la nación para
el buen vivir y la armonización de luchas de los pueblos en
un planeta ya desolado.
Este mismo concepto de justicia transicional y de declaraciones
retóricas, es el que no cabe para Palestina sin que haya un
final de la ocupación, pues no podemos conformarnos con
simples notas escritas de algunos gobiernos cómplices,
que de manera tardía dicen que van a reconocer al Estado
palestino, imponiendo en paralelo condiciones de rendición
a la resistencia.
Sólo es posible el futuro de dignidad y libertad de Palestina
si reconocemos de raíz la perversión de la ocupación,
la deuda de la comunidad internacional, que falló en sus
obligaciones y que debe en consecuencia la reparación más
amplia, integral y duradera; que debe llevar a tribunales
internacionales a Netanyahu y a cuantos criminales han
sido respaldados para este Holocausto, investigando y
procesando por su responsabilidad a cabecillas en gobiernos
y a beneficiarios de este genocidio que nos avergüenza; que
deben ser acusadas las empresas que se favorecen con la
economía del genocidio, como la relatora Francesca Albanese
lo dijo valientemente.
Como ELN no podemos menos que estar moralmente con las
niñas y niños, las mujeres, las familias enteras de Gaza. De
corazón con Palestina. Acogiendo su ejemplo. Y ratificar
frente a ese pueblo y al pueblo colombiano que a estas alturas
de la batalla, nuestra concepción de justicia no es menos
que hace seis décadas, que es integral, que no se transa por
ciertos amagos; que aspiramos responder a los procesos de
lucha por la liberación y la dignidad.