Claudia Julieta Parra
La política económica de este Gobierno se centra en el
incremento del Gasto Corriente, sostenido con más Deuda
Externa, cubriendo algunos gastos prioritarios, a costa de
volver nuestra economía más inestable, volátil y vulnerable
ante la estanflación.
De acuerdo al Banco de la República y el Ministerio de
Hacienda, durante septiembre de este año el déficit
fiscal llegó a 5,4 por ciento del Producto Interno
Bruto (PIB), lo que equivale a 98,4 billones de pesos;
según proyecciones de este Banco, este año el déficit fiscal
cerrará cerca de 7,6 por ciento del PIB [*]; debido a que
los gastos crecen a un ritmo superior y más acelerado que
los ingresos; los gastos del Gobierno en el periodo enero a
septiembre oscilan en 18,4 por ciento del PIB (334,7 billones
de pesos), mientras los ingresos tan solo fueron de 13 por
ciento del PIB (236,2 billones de pesos), una diferencia
de 98,5 billones de pesos que lejos de disminuir, crece
constantemente.
La política financiera del Gobierno de Petro se ha concentrado
en incrementar el Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago
de Deuda Externa -DE-), para ampliar la cobertura de algunos
programas de subsidios y crear más burocracia estatal, pero
se ha negado a instaurar una política de austeridad estatal.
El estancamiento de nuestra economía debería llevar al
Gobierno a disminuir el Gasto Corriente, a la vez que decreta
un periodo de austeridad; desde luego que, subsanar la crisis
económica, exige congelar el presupuesto destinado a la DE, y
a nivel internacional nos obliga a negociar la refinanciación
de este pasivo, que asfixia el PIB y pone en colapso nuestra
economía y sostenibilidad financiera.
Salir de la actual crisis y reactivar nuestra economía implica
reformas estructurales al fisco y al sistema productivo,
toda vez que este sistema no genera ni inclusión social ni
mucho menos crecimiento ni productividad; por tanto, la
dinamización de la economía requiere de un modelo económico,
que tenga como base el aumento del poder adquisitivo
per cápita, el desarrollo integral, el fortalecimiento del
sistema productivo nacional, la disminución de la brecha de
desigualdad y pobreza (multidimensional y monetaria).
