Sergio Torres
Las altas cortes absuelven criminales y tumban leyes.
El Congreso hunde proyectos de ley e impide reformas.
Las empresas de comunicación corporativas celebran y
promueven narrativas elogiosas sobre las ramas del poder,
cuando en realidad son determinadores de la corrupción y
crisis del viejo régimen.
E sta semana la oligarquía celebró el hundimiento de
otra reforma tributaria del gobierno, y con ello el
aplazamiento agónico de la reforma a la salud. La
jugada completa de las bancadas, representantes
del viejo régimen mafioso, fue una carambola contra el
gobierno, pues los parlamentarios negaron la propuesta de
Ley de Financiamiento y con ello argumentaron falta de
financiación para la reforma de la salud.
unque son reformas cosméticas, las mafias en el Estado no
están dispuestas a ceder un ápice en la defensa de los modelos
político y económico, ni en el resguardo de los intereses de
los ricos clanes corruptos que manejan todos los grandes
servicios, que lejos de ser derechos de la población, los han
convertido en negocios y mafias.
Sin embargo, ante las trabas de este modelo, el gobierno
eligió responder con la misma forma. En lugar de buscar
alternativas y centrar su apoyo en las mayorías populares,
escogió intentar pactos con los representantes del viejo
régimen.
En el caso de la reforma tributaria pretendida por Petro, no
solo es la muestra de un modelo económico que fomenta la
desigualdad y alimenta la corrupción. Que todos los años un
gobierno tenga que maquillar la recolección de impuestos,
sin tocar de fondo a los mega ricos que saquean el país, es la
evidencia fáctica de quiénes manejan la economía. Para ello,
los congresistas, en su rol de guardianes de la oligarquía,
sin debates y sin ningún interés por las comunidades,
simplemente hunden las tímidas reformas.

Peor aún, el gobierno ha dicho que con esa reforma tributaria
se pretendía el financiamiento de planes sociales y deberes
del Estado. Es decir, para el cumplimiento de lo que tendría
que ser una prioridad, no se tienen recursos garantizados. Por
su parte, los representantes de la oligarquía en el Congreso
de la República esgrimieron las falacias y defendieron las
empresas que, según ellos, se verían afectadas con la reforma.
De esta manera, la idea de una equidad y progresividad está
lejos de adoptarse como principio. Y con ello la amplia brecha
de desigualdad sigue sosteniéndose. De hecho, el mismo
gobierno se autoalaba, por los incrementos en las ganancias
billonarias de sectores como el financiero.
Los debates sobre los modelos político y económico son
fundamentales para posibilitar cambios estructurales. que
permitan acabar con la desigualdad social y priorizar las
mayorías populares del país. Ya que la igualdad ni siquiera
fue parte de un Ministerio, pues la Corte Constitucional
tumbó la ley que lo creaba.
