Damaris Izaguirre
Los imperios viven de la subyugación de los
pueblos y de la apropiación de sus
recursos y, siempre están en busca de ampliar sus
horizontes imperiales para así sostener su hegemonía
y suplir sus privilegios, lujos y excesos.
El cuento de los supuestos demócratas del imperio del
norte y de los seudo demócratas de la élite nacional,
es que las acciones de emperador Trump sobre
Venezuela están justificadas porque son en nombre de
la “democracia”, -cualquier parecido con las Santas cruzadas
de la iglesia que mataron a miles, es pura coincidencia-.
En realidad, la acción ofensiva del Tío Sam sobre Venezuela,
es un medida desesperada de un imperio, que trata de
recomponer una hegemonía en decadencia, por tanto, busca
recuperar lo que asume como su patio trasero; en ese contexto
ha incrementado su asedio contra Venezuela, bajo el manto
de una hipócrita lucha contra los carteles del narcotráfico,
para lo cual se abroga el derecho de bombardear lanchas sin
ninguna prueba de que están cargadas de narcóticos, lo que
se convierte en una afrenta a la vida, la democracia y el
derecho internacional. Lo más irónico es que a la par, en los
Estados Unidos no hacen nada para combatir el desembarco de
lanchas, navíos y avionetas en suelo norteamericano, que es
donde realmente se comercializan los narcóticos, el eslabón
de la cadena, que hace al narcotráfico un negocio altamente
rentable.
Lo que empezó con un asedio de embarcaciones apostadas en
aguas internacionales cerca a las costas venezolanas, empieza
a configurarse o develarse como una operación planeada y
estratificada para invadir a Venezuela; ya no solo bombardean
lanchas de pescadores haciéndolas pasar como cargueros del
narcotráfico, ahora quiere disponer del espacio aéreo de
Venezuela y no conforme con eso, ahora, como cual bucanero del
Caribe, merodea para robar el petróleo de la digna Venezuela,
¿dónde queda la soberanía de las naciones?
Lo más cuestionable y deploraba de los ya frecuentes
bombardeos de EEUU a pequeñas y demás acciones contra la
autonomía de Venezuela, es que elimina de un plumazo el
derecho inalienable de la vida y de la autodeterminación de
los pueblos. Los EEUU volvieron a la política de los matones
del ‘viejo oeste’, que disparan, mienten, roban y engañan; esta
doctrina ya deberían haberla superado y subsanado con la
Declaración universal de derechos humanos, que deja claro
que el derecho a la vida se pondera por encima de cualquier
otro derecho.
Esta operación planificada, no se puede minimizar como un
acto impulsivo de Trump, por el contrario, es una operación
del Tío Sam y sus secuaces que trata de recuperar la hegemonía
de su imperio decadente. Crece a pasos agigantados el
intervencionismo del Tío Sam en América Latina y el Caribe, y
en países como el nuestro, es mucho más notoria la intromisión.
En los países que están bajo este dominio imperial, aplican su
Doctrina de Seguridad Nacional, que considera a todo aquel
que tenga contradicciones políticas con el régimen como un
Enemigo Interno, que debe ser neutralizado y exterminado,
sin importar el medio o el método que se utilice.
En los países que no se pliegan a sus intereses imperiales, como
Venezuela, Nicaragua, Cuba, entre otros, el imperio del norte
afila las bayonetas y va en su contra para arrasarlos. El Tío
Sam ya dejó claro quiénes serán sus pajes y aliados serviles a
su política de remozamiento de un imperio decadente, donde
Gobiernos extremistas como los de Argentina, Paraguay,
Ecuador, El Salvador, Bolivia y ahora Chile, son la ‘piedra
angular’ de una política, que pretende evitar la expansión de
China, en lo que el Tío Sam considera que son sus colonias
históricas; vasallaje al que agrega enfrentar a Gobiernos que
no encajan en su esquema imperial.
EEUU es el máximo representante del terrorismo en la era
moderna, y está en manos de la lucha popular quitarle su
careta, acabar con los planes del Tío Sam tiene implícito la
defensa del liderazgo popular e impedir su exterminio, y este
solo puede ser detenido si hace una verdadera ruptura con
el régimen necrófilo, que solo es posible a través de la lucha
organizada y frontal de los excluidos, de los grandes grupos
sociales de ascendencia popular, para construir un cambio con
equidad social.
Es perentorio ser la voz independiente y llamar a la unidad
de Los Nadie y los latinoamericanos, no solo para defender a
Venezuela, sino para hacer respetar la libertad y la autonomía
de los pueblos; no podemos olvidar, que hoy van por los
venezolanos, pero en un futuro vendrán por nosotros, debemos
tener claro que el Tío Sam no tiene amigos, tiene intereses
geopolíticos y geoestratégicos y en base a ellos mueve sus
fichas y sus tropas.
