
Damaris Izaguirre
Es evidente la oposición del régimen a cualquier pequeño cambio, los
Congresistas serviles se oponen a reformas que beneficien
mínimamente al pueblo, y las megaempresas orquestan un
complot para detraer el cambio.
La política burguesa representativa nos vende la “ilusión”
de democracia e igualdad, pero esto no pasa de ser una
falacia, una burla a los colombianos que confían sus
anhelos a unos politiqueros, que en campaña ofrecen
‘castillos de humo’, y una vez son elegidos olvidan sus promesas
y los castillos se desvanecen, porque se vuelven instrumentales
al régimen y a los intereses de la plutocracia, que son totalmente
contrarios a los derechos de Los Nadie y de la Colombia profunda.
Traición que día a día se hace más evidente, los Congresistas
leales al régimen continúan oponiéndose a cualquier iniciativa
que permita instaurar cambios que favorezcan al pueblo, por
pequeños que estos sean.
Aunque este Gobierno ha hecho cambios paliativos mientras
ignora las transformaciones estructurales que prometió en
campaña; es claro que el actual Gobierno no es de izquierda y
que mucho menos generará cambios estructurales en el modelo
político, económico y Doctrina de Seguridad, que permitan
la construcción de una sociedad equitativa donde quepamos
todos, y que los privilegios de unos pocos no se funden en la
miseria de millones. Este Gobierno no es capaz de realizar las
transformaciones de fondo que Colombia exige, porque ello
implica romper con el régimen y desconocer las órdenes del Tío
Sam, cualquier cambio real por incipiente que sea, no vendrá de
manos ni de este ni de ningún Gobierno que este direccionado
por el Tío Sam.
Las transformaciones estructurales que exigió el Estallido
Social no se pueden dejar a la deriva, son mandatos populares
que deben cumplirse con o sin apoyo de los Gobiernos; el cambio
no puede quedarse en vilo porque un “Gobierno” no fue lo
suficientemente osado como para transformar estructuralmente
el país y se dedicó a reformas superficiales -placebos que
calmen el volcán popular-. Por ello, la unidad popular y la lucha
determinada de los excluidos debe cualificarse y proseguir,
porque solo de manos de la lucha popular vendrán los cambios
y las trasformaciones de fondo, que durante décadas le han sido
negadas a ‘los nadie’.