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Antonio García, Primer Comandante del ELN

A principios del siglo XX la Física Cuántica explicó que a niveles
subatómicos la realidad se comportaba de manera distinta,
y un observador, con solo dirigir la mirada a esos interiores
terminaba alterándolo todo.

Más adelante apareció el principio de indeterminación,
que al propio Einstein le arrancó la expresión:
«Dios no juega a los dados», aunque al final terminó
por aceptarlo, y a lo mejor llegaría a decir que «el
viejito de vez en cuando se jugaría sus partiditas».

En la segunda década del siglo 20 el filósofo Walter Benjamín,
según otros filósofos, se aproximaría a decir: «la crítica… no deja
inalterados en su esencia ni al sujeto crítico, ni la obra de arte.
Ambos experimentan una transformación que, en el caso ideal,
conduce a la verdad.»

De la física cuántica podríamos decir que el que ve transforma, claro
si realmente se mete a la realidad; mejor dicho, el que realmente ve,
con la luz de su mirada, toca. Y con la crítica podemos transformar
la realidad y construir verdad

De estas abstracciones nos vamos a la realidad mundana donde
pulula el comentario suelto, el chisme mal sano o la alcahuetería,
prácticas cotidianas de la politiquería tradicional, que en
nada contribuyen en la construcción de un liderazgo para las
comunidades o una nación.

La ausencia de verdaderas organizaciones políticas, sean partidos
o movimientos, donde exista control y se ejerza la crítica, impide la
construcción de auténticos líderes que actúen con responsabilidad
ante la sociedad.

Las colectividades políticas son tan responsables como sus líderes
en lo que hacen o dejen hacer.

Muy seguramente los círculos cercanos al Presidente conocen qué
tanto es cierto y que tanto es falso de lo que ya se dice públicamente
de él.

La crítica a la vez que ayuda a transformar los individuos,
transforma también la realidad.

El país requiere escuchar esa voz crítica que nos conduzca a la
verdad, no a las justificaciones. No podemos seguir diciendo: ver y
no tocar.

De los grandes físicos y filósofos, nos vamos al Ñero, que les
diría: desembuchen.