Chavela Villamil
El modelo económico se funda en acumulación de capital en
un reducido grupo plutocrático, que hace crecer la brecha
de desigualdad y exacerba la pobreza, lo que conlleva a que
diariamente aumente el número de personas, que no son
capaces de cubrir los mínimos vitales.
El modelo capitalista engendra la desigualdad
socioeconómica, porque prioriza la acumulación de
capital en un reducido grupo plutocrático y, en la
generación de plusvalía en favor de este reducido
grupo; así, genera desigualdad e incrementa constantemente
los índices de pobreza (multidimensional y monetaria),
indicadores que afectan con mayor fuerza a los países
dependientes del capital extranjero, que se ven afectados
por los fenómenos macroeconómicos globales, que han
venido desarrollándose durante los últimos años, estos han
incrementado la desaceleración de la economía mundial y
reducen el Producto Interno Bruto (PIB), esto aunado a la
baja oferta laboral han generado una caída abrupta del poder
adquisitivo per cápita, que a su vez suscita un desplome de
la demanda que estanca la economía, exacerbando el déficit
de costo de vida y acercándonos a un casi inevitable periodo
de recesión.
Cómo crece la desigualdad y la inseguridad alimentaria
Según la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), actualmente más
de 305 millones de personas enfrentan desafíos agudos
para asegurar una nutrición adecuada, su más reciente
Informe destaca que durante el 2024, cerca de 24 millones
más de personas enfrentaron altos niveles de inseguridad
alimentaria aguda y la inseguridad alimentaria aguda se
agravó en 12 millones de estos, es decir en 2024 surgieron
13,7 millones de personas adicionales que necesitaban
urgentemente asistencia alimentaria y de subsistencia [1].
En lo referente a nuestro país la FAO plantea que el 25,5
por ciento de los hogares enfrentó inseguridad alimentaria
moderada o grave, con brechas profundas entre zonas
urbanas (23 por ciento) y rural disperso (34,2 por ciento); la
pobreza monetaria se ubicó en 31,8 por ciento, mientras que
en las zonas rurales alcanzó un 42,5 por ciento, evidenciando
desigualdades persistentes entre campo y ciudad.

Colombia continúa apareciendo en los indicadores de
inseguridad alimentaria aguda, el Informe dice que, “entre
población residente de Colombia y migrantes y refugiados,
la primera padece uno de los niveles más altos de pobreza,
desigualdad de ingresos e informalidad laboral de la región,
pese a ser un país de ingresos medios o altos, con una alta
capacidad gubernamental para apoyar a su población”.
Según el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (DANE), en nuestro país más de 17 millones de
personas no cuentan con acceso a los alimentos básicos,
19.634.410 de personas (33,6 por ciento) padecen pobreza
monetaria, mientras en centros poblados y rurales dispersos
la cifra aumenta al 45,9 por ciento.
El año anterior 33,20 por ciento de las familias colombianas
se vieron obligadas a gastar sus módicos ahorros para
cubrir los alimentos básicos, otros cubrieron estos gastos
con créditos de consumo, otro marcado porcentaje recurrió
a la reduflación [2], para no caer en la marginalidad; según
el DANE, el 43,4 de los hogares declararon haber tenido
dificultades para acceder a los alimentos en los últimos seis
meses del, 2023.
El déficit alimentario obedece a la marcada pérdida de poder
adquisitivo per cápita que vienen experimentando las
familias colombianas, en 2023 este índice osciló en 34,9 por
ciento; es decir, por cada 10.000 pesos de ingresos recibidos
su capacidad de compra decreció en 3.490 pesos.
Es urgente cambiar el paradigma económico
Acabar la inseguridad alimentaria implica cambios
trascendentales en el modelo económico y productivo del
país, que deben empezar por renegociar los TLC e invertir
de manera integral en la producción nacional, para poder
solventar el consumo interno y disminuir importaciones.
La reactivación económica depende del incremento del
poder adquisitivo per cápita, ya que este es el encargado de
incrementar la demanda y por ende aumentar la fluctuación
de masa monetaria. Actualmente 6 de cada 10 colombianos
vive del empleo informal o rebusque, que no les permite ni
siquiera solventar los gastos básicos, lo que directamente
incrementa los indicadores de pobreza.
Reactivar nuestra economía tiene implícito una política
económica centrada en la formalización del empleo, una
tributación cargada sobre los grandes capitales, de orden
redistributivo y sin destinarla al Gasto Corriente; solo de esta
manera es posible incrementar el capital liquido circulante
y frenar la caída abrupta de la demanda, que desacelera la
economía y desembocaría en una inevitable estanflación.
