
Damaris Izaguirre
En Colombia durante décadas el manto de la impunidad ha
cubierto al régimen y sus aliados, lo que ha permitido perpetuar
la tiranía disfrazada de “democracia”, de ahí el adagio popular,
-‘la justicia es para los de ruana’-.
Años atrás Uribe y sus secuaces trataron de enlodar
al Senador Iván Cepeda acusándolo falsamente de
manipulación de testigos, pero como dice el adagio
popular, ‘se les voltio la torta’, porque resultado de
este fracasado montaje, resulto una investigación judicial al
Expresidente Uribe, que hace unos días culminó declarando a
Uribe culpable; la jueza Sandra Heredia encontró culpable a Uribe
de los delitos de fraude procesal y soborno en actuación penal;
ya que este fue un determinador en la búsqueda de su abogado
Diego Cadena para comprar testigos y manipular testimonios.
Desde luego esto es un simple hecho judicial, es una situación
sin precedentes que rompe con la constante de impunidad, que
ha cubierto a quienes por décadas han determinado Crímenes de
Estado y ejecuciones sumarias, se convierte en hecho político de alto
impacto que diferentes corrientes políticas trataran de capitalizar
e instrumentalizar, desde luego los medios de comunicación en su
mayoría instrumentales al régimen, han venido plasmando una
matriz que trata de favorecer a la derecha, para minimizar el
impacto de que uno de sus estandartes ahora sea un reo.
La actuación de la jueza Heredia, años atrás se consideraría algo
inverosímil, sin embargo, esto refleja el cambio de correlación
de fuerzas en las diferentes esferas del poder, mucho más en
la rama judicial, que en actuaciones anteriores protegieron a
determinadores y socios del narco paramilitarismo, uno de esos
casos es el de Santiago Uribe -hermano del Expresidente Uribe-,
absuelto por financiar al grupo paramilitar los ‘12 Apóstoles’.
Uribe debería ser juzgado por su responsabilidad en las ejecuciones
sumarias –‘Falsos Positivos’-, cometidas durante su mandato, ya
que no fueron acciones aisladas sino parte de una política de Estado,
que en el marco de la Seguridad Nacional y el Enemigo Interno,
asesinaron miles de personas inocentes para falsear resultados.
La condena de Uribe es una victoria parcial para las víctimas
de su barbarie y, a su vez debe ser un hito de inflexión que nos
convoque a los excluidos y marginados a darle continuidad a la
lucha social y popular, para sin titubeos batallar por los cambios
y las trasformaciones estructurales que el país necesita.