
Comando Central (COCE)
En toda guerra la primera víctima es la verdad, por esto
matan a quienes tienen el valor de enunciarla, así mataron en
Colombia a Jaime Garzón el 13 de agosto de 1999, y acaban
de matar en Gaza el 10 de agosto, al periodista Anas al-Sharif.
En la carpa de Al Jazeera la red de noticias global
con sede en Qatar, localizada al lado del Hospital
al-Shifa, trabajaban los periodistas Anas al-Sharif,
Mohammed Qreiqeh, Ibrahim Zaher, Mohammed
Noufal y Moamen Aliwa, cuando un misil los acribilló; para
justificar este asesinato selectivo, los sionistas israelíes
afirmaron que Anas al-Sharif escribía noticias favorables a
los palestinos; pero lo que tratan vanamente es de matar la
historia, matando al testigo.
Las tropas israelíes son un batallón de Trump, son apenas uno
de sus ‘brazos de guerra’, con el que ejecutan una ‘modalidad
operativa’ denominada Genocidio, con la ‘finalidad’ de
despojar la vida y el territorio al pueblo palestino; esta es la
historia que pretenden matar, es la verdad que agreden y
buscan exterminar.
Según el Derecho Internacional el Genocidio es la «intención
de destruir, en su totalidad o en parte, un grupo nacional,
étnico, racial o religioso», verdad que niegan el imperio
norteamericano y sus seguidores, al afirmar que el
exterminio de los palestinos no constituye un Genocidio.
La ideología genocida las descarga también contra los que
piensan distinto al sistema capitalista dominante, como lo
ocurrido en Colombia con el Genocidio perpetrado por el
Estado contra el movimiento político Unión Patriótica, en
los años 80 y 90 del siglo anterior; ejecutado también contra
el Frente Popular y A Luchar. Ahora, desde el Estado deben
pedir perdón a las víctimas de este Genocidio Político, acto
de reparación ordenado por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH).
En este Genocidio Político colombiano, aplican la misma
‘modalidad operativa’ de perseguir y exterminar que usan
en Palestina; contando con ‘brazos de guerra’ estatales,
mafiosos y paramilitares; y cuya ‘finalidad’ también es
despojar la vida y el territorio a quienes piensan cambiar el
orden de injusticia y dominación imperante en el país.
Las clases dominantes y sus amos del imperio no consideraron
suficiente con el Genocidio anterior, sino que enseguida
continuaron aplicando su ideología genocida contra los
críticos del sistema dominante y los liderazgos populares,
perpetrando el Genocidio Político Continuado que llega hasta
nuestros días. Es en esta nueva fase de terror de Estado
que, en 1999, matan y silencian la verdad que enunciaba el
humorista crítico Jaime Garzón, usando su brazo de guerra
predilecto, que es la gavilla entre las Fuerzas Armadas
estatales y los escuadrones paramilitares de la mafia. La
pena de muerte la dictaron porque Garzón se atrevió a decir
que: «Si uno vive en este país tiene una tarea fundamental
que es transformarlo».
Después de 26 años del asesinato selectivo de Jaime Garzón,
ocurre el asesinato del Senador Miguel Uribe Turbay, un
destacado vocero de las clases dominantes, en el que la Fiscalía
General sigue sin esclarecer cuáles son los determinadores;
tras este crimen se enciende el debate nacional, donde
una parte expresa la necesidad de “respetar al que piensa
distinto”, “no estigmatizar al oponente con discursos de odio”,
“sacar la violencia de la política”, “resolver las diferencias
con diálogo y acuerdos en favor de la nación”… pero, otra
parte afirma que “esto no puede volver a ocurrir” y para
ello consideran que, hay que exterminar a los oponentes.
En el fondo, el debate reside en decidir si los de arriba
prosiguen en la aplicación de su ideología genocida o si, como
país le abrimos campo a una solución política del conflicto.
¿Adivinen qué piensa Trump al respecto? Sin importar lo
que piense el capo de la plutocracia que domina en Estados
Unidos, en Colombia debemos decidirnos por desarrollar una
solución política del conflicto, para ella, pueden contar con
el Ejército de Liberación Nacional (ELN).