
Comando Central (COCE
La reacción del presidente Petro ante la no certificación del
gobierno de Estados Unidos, por el supuesto incumplimiento
en la lucha anti drogas, consistió en recordar la necesidad de
que Colombia sea una nación soberana, que no dependa del
imperio norteamericano.
Defender la soberanía del país, en un momento en que
el mandatario de EEUU, ejerce más como emperador
que como presidente, implica que le caerá encima
una sentencia, como recientemente amenazó un
congresista gringo, al rechazar otras declaraciones del
presidente Petro.
El régimen de dominación lo ha extremado Trump, violando
las normas tradicionales del orden burgués liberal, tal
como está haciendo en el Caribe, con la destrucción de
lanchas en aguas territoriales de Venezuela, a quienes
acusa de narcotraficantes y con ello los sentencia a muerte,
desconociendo el debido proceso, porque no hubo juicio, ni
arresto, ni intento de interdicción, solo acciones de guerra.
Los crímenes de guerra y los actos de piratería internacional
de Trump, están cerrando 80 años de dominación del imperio
norteamericano, soportados en el supremacismo, en la
guerra a las ideas socialistas y a los trabajadores.
Los dilemas que pretende imponer Trump son simples, o
aceptan sus dictados o amenaza con caos y daño, o aceptan
su control o intimida con destruir a quien no se doblegue a
tal tipo de subordinación, que él llama alianza. Así, a punta
de amenazas y de acciones de fuerza pretende frenar el
ya naciente nuevo orden multipolar, que se propone una
gobernanza mundial fundada en la “estricta observancia de
la soberana igualdad”.
Ese nuevo orden se está convocando a “trabajar en conjunto
para la creación de un sistema más justo y equitativo de
gobernanza global y avanzar hacia la comunidad del futuro
común de la humanidad”, como lo reafirmaron más de 20 jefes
de Estado hace unos días en Tianjín (China), en el marco de la
Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái. Un
mundo muy distinto al que hoy EEUU pretende perpetuar.
Ese nuevo orden ya está en marcha y en la agenda de los
pueblos y naciones, por tanto, esperanza de la humanidad,
que solo se alcanzará con la lucha y sin claudicaciones.