Comando Central (COCE)
Concluyó en Brasil la Conferencia de las Partes en su edición
número 30 (COP30), donde los Estados siguieron eludiendo
sus responsabilidades para frenar la crisis climática, producto
del modelo económico imperante, basado en depredar la vida
del planeta y de las especies que lo habitan
El mundo se enfrenta a un momento de Guerra Mundial,
en el que los bloques en disputa geopolítica, acuden a
un ejercicio armamentista para definir los destinos
de la humanidad y del planeta.
¿Qué hay detrás de ese escenario de guerra?, al tener una
mirada más profunda encontramos que está el control de
materias primas, especialmente minero-energéticas y el
control de rutas de comercio.
Ahora bien, esa disputa geopolítica no es como tal para
una transformación. El modelo de acumulación económica
conocido como capitalismo, ha llevado al planeta a su límite
extremo.
Lo que está en riesgo es la existencia de todas las especies
incluida la humana, esa es la mayor prueba de la voracidad
del modelo de acumulación dominante.
En esta arquitectura mundial, expresada en la Organización
de Naciones Unidas (ONU) y todos sus instrumentos de
articulación, se demuestran incapaces de enfrentar el
desafío de crisis climática que nos agobia.
Existe consciencia del tamaño y dimensión del problema,
pero ellos plantean una solución de poco alcance.
De un lado, están los llamados Acuerdos de París, que buscan
la reducción de los impactos de la Huella de Carbono, sin
fuerza vinculante.
Ligado a esto aparece en el escenario un tema central, que
han denominado Transición Energética.
¿Qué hay detrás de esta Transición? Lo que buscan es un
‘modelo energético verde’, que les garantice la continuidad
de este nefasto modelo de acumulación capitalista; que
plantea una sociedad de consumo basada en la ‘obsolescencia
programada’ y en la ‘obsolescencia percibida’, que ha sido el
generador del problema que quieren perpetuar.

Esta crisis del modelo de acumulación, es un momento de
oportunidad para los pueblos del mundo, para avanzar hacia
transformaciones profundas.
En la actual coyuntura hubo tres escenarios de encuentro
de los movimientos populares continentales: La Tercera
Cumbre Social de los Pueblos de América Latina y el Caribe,
reunida en Santa Marta, en el marco de la Cumbre Unión
Europea-CELAC
Un segundo escenario fue la Cumbre de los Pueblos, como
espacio autónomo desarrollado en Belen de Pará, Brasil,
paralelo a la COP30
Y por otro lado, sesionó la Cumbre de Movimientos Sociales,
que se reúne en Mar del Plata, Argentina, en el marco de la
conmemoración de los 20 años de la derrota del ALCA.
Los tres escenarios representan la diversidad social de
Nuestra América, los que realizan un buen diagnóstico de la
problemática, identifican la responsabilidad del capitalismo
en lo que nos está ocurriendo y plantean la unidad de los
movimientos populares, como una necesidad para poder
avanzar.
En todos estos elementos aparece una contradicción, sobre
si este gravísimo problema se resuelve al interior del
sistema imperante, mediante medidas reformistas de reglas
más claras y justas. O el movimiento popular asume el reto
histórico y profundiza el escenario de disputa, y avanza en
construir una alternativa post capitalista.
Este escenario de transformaciones es posible desde el poder
popular, desde la democracia directa, desde una economía
local, desde la autonomía y soberanía de los pueblos, tal como
lo registra de manera integral los Derechos de los Pueblos
enunciados en la Declaración de Argel.
‘Otro mundo es posible’ si derrotamos el modelo de acumulación
capitalista. Si articulamos una acción política popular de
carácter general como continente, con repercusión mundial.
