Claudia Julieta Parra
La desaceleración y la crisis económica han incrementado
la inflación [*] y sus efectos y, aunque este fenómeno se
ha venido controlando en las mediciones estadísticas, sus
implicaciones siguen afectando el costo de vida de miles de
hogares.
Nuestra economía durante la última década se ha
desacelerado y esto, aunque es multicausal tiene 3
factores subyacentes muy marcados: 1) crecimiento
económico inferior a sus necesidades, 2) el aumento
continuado del desempleo y la proliferación del empleo
informal y, 3) el alto costo de servicios públicos; estos factores
sociopolíticos han llevado a que gran parte de la población
pierda poder adquisitivo, lo que genera una caída drástica de
la demanda y exacerba la desaceleración económica existente.
Recientemente el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (DANE) dio a conocer las cifras del índice de inflación
durante septiembre, que osciló en 5,18 por ciento. Aunque este
indicador es relativamente bajo, repercute directamente sobre
el costo de vida, ya que decrece el ingreso per cápita y diezma
el poder adquisitivo; toda vez que al subir los precios de los
productos básicos, las familias deben reajustar su presupuesto,
priorizando gastos y reduciendo el consumo.
La disminución de la inflación durante los últimos meses se debe
en gran medida, a la caída abrupta de la demanda, ocasionada por
la pérdida de poder adquisitivo per cápita; si no no hay quien
compre, el precio del producto baja y si este se reduce, la inflación
cede, desde luego esta ecuación es volátil y puede variar en
cualquier momento, hasta llevar a que la inflación se incremente
nuevamente. La evidente recesión económica en la que se sume
aceleradamente nuestro país, aunada a la baja formalización
laboral, los salarios básicos deficitarios y el incremento desmedido
del Gasto Corriente (burocracia, Guerra, pago de Deuda Externa),
nos están llevando a una situación financiera insostenible. De
nada sirve disminuir el índice de inflación, si el valor comercial
de la canasta básica no disminuye y no se genera un alivio en el
costo de vida.
Subsanar la crisis socioeconómica, dinamizar la economía
y enfrentar su colapso, requiere incrementar el poder
adquisitivo per cápita, lo que tiene implícito una política
económica, que se centre en la disminución de los beneficios
a los grandes capitales y el desarrollo integral del sistema
productivo nacional.
