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Chavela Villamil

Los aranceles tienen un efecto transversal en la economía
global, en especial en los países dependiente del capital
extranjero y que su producción depende de las importaciones,
lo cual transfiere efectos alcistas a toda la cesta básica e
incrementa el déficit de costo de vida.

Desde el triunfo de Donald Trump en los comicios
presidenciales, este empezó a referirse respecto al
supuesto déficit que sufre Estados Unidos (EEUU),
por cuenta del desbalance arancelario, según él
hay varios países que exportan gran variedad de productos
a EEUU, pero a su vez estos países importan una cantidad
marginal de productos estadounidenses; también hace
referencia al vacío de capitales de empresas norteamericanas
que maquilan sus productos fuera del país y luego ingresan
los productos terminados, para comercializarlos desde su
país de origen -EEUU-.

Bitácora de una tormenta económica
pasadas pocas horas de su posesión el 20 de enero, Trump,
anunció que aplicaría aranceles adicionales del 25 por ciento
a las importaciones procedentes de Canadá y México -tarifa
efectiva a partir del primero de febrero-. En la respectiva
orden ejecutiva Trump además de sostener su promesa
arancelaria sobre Canadá y México, gravó las importaciones
procedentes de China con un 10 por ciento. Este incremento
arancelario conmocionó los mercados y ante las inminentes
respuestas hostiles de los países afectados y parte de la Unión
Europea, Trump reculó y acordó una pausa de los aranceles
con Canadá y México y, posteriormente entró en vigor el
incremento arancelario del 10 por ciento a China.

Esta semana entraron en vigencia nuevos aranceles, que se
extienden a países que no solo han tenido buena relación
comercial con los EEUU, sino que además han sostenido una
balanza comercial favorable a la economía gringa; como es el
caso de nuestro país, ya que el 32,3 por ciento de nuestras
exportaciones se dirigen a los EEUU, el año anterior
exportamos 13.106 millones de dólares a los EEUU, mientras
las importaciones procedentes de los EEUU hacienden a 64.105
millones de dólares; como se aprecia fácilmente la balanza
comercial entre Colombia y EEUU se inclina favorablemente
a la gran potencia; lo que contrario al planteamiento falaz
de Trump de “aranceles recíprocos”, que hace referencia
a equilibrar la balanza comercial norteamericana vía
aranceles, para suplir el déficit que se causa en la economía
con los países con los que está en desventaja comercial, lo
cual dadas las cifras no aplicaría a nuestro país, pero aun así
esta semana los productos colombianos fueron gravados con
10 por ciento.

Las medidas de Trump son abiertamente contrarias a la
teoría capitalista de libre mercado y van en contra de los
tratados económicos y comerciales, en nuestro caso específico
tenemos el Tratado de Libre Comercio (TLC), que estimula
unas reglas comerciales y arancelarias específicas, que en
teoría no deberían ser vulneradas o soslayadas por ninguna
de las partes, sino que en caso de requerirse modificaciones
estas deben ser de común acuerdo entre las partes y no
partir de decisiones unilaterales de una de ellas.

Las medidas dictadas por Trump y que entraron en vigencia el
9 de abril, agrietan aún más nuestra desacelerada economía;
en primer lugar, grava artículos de exportación que son
trascendentales para nuestro Producto Interno Bruto (PIB),
como lo son los hidrocarburos, café, flores, entre otros; en
segundo lugar, incrementa el valor de materias primas como
el maíz, jarabe de maíz, semillas, agroquímicos, gasolina,
entre otros; en tercer lugar, devalúa nuestra moneda lo que
no solo incrementa el costo de gran parte de los productos
del mercado interno, sino que además incrementa el monto
(capital y de intereses) de la Cuenta Corriente o deuda
Externa, que a corte de enero de este año -pre revolcón
arancelario-, ascendía a 202.010 de dólares millones y
representa 48,23 por ciento del PIB, cabe agregar que en el
último periodo contable (enero de 2024 a enero de 2025)
este pasivo ha sufrido un incremento de 5.963 millones
de dólares. El desplome en nuestra divisa producto de las
nuevas tarifas arancelarias pude incrementar el déficit de
Cuenta Corriente entre un 12 y un 23 por ciento.

¿Se van a pique los productos colombianos
y nuestro mercado?

Nuestra balanza comercial lleva más de una década con
desbalance negativo, es decir, importamos más de lo que
producimos, y parte de la producción interna depende de la
importación de materia prima, lo que nos convierte en una
economía improductiva e incapaz de competir en igualdad de
condiciones -libre mercado-, con otras economías con subsidios
a la producción y mejor capacidad técnica e industrial es
sus procesos de cosecha y manufactura. Ahora se suma un
mayor costo arancelario que hace menos atractivas nuestras
mercancías -relación precio Vs producto- y que a su vez
incrementa el valor de las materias primas, lo que no solo
hace incompetitivos, sino que además decrecerá aún más
nuestras exportaciones.

Una de las principales causas del decremento en las
exportaciones es el déficit de productividad que atraviesa
el país, generado por la carencia de un modelo productivo
sólido, que robustezca la tecnología de la industria y el
sector agropecuario, pero principalmente el elevado costo
de producción de materias primas y productos agrícolas,
ocasionado por el costo de los insumos, el mal estado de
los canales de distribución y la inexistencia de incentivos
a los productores. La falta de inversión integral en el
sistema industrial y agroindustrial del país hace inviable
e incompetitiva la producción nacional; por un lado, debe
importar materias primas a un alto costo producto de la
inflación global, por otro lado, la inexistencia de subsidios
a la producción, genera productos de alto valor comercial
incapaces de competir en el libre mercado.

Subsanar la crisis socioeconómica actual, dinamizar la economía
y enfrentar su colapso, requiere de cambios estructurales del
modelo económico e implica Reformas Estructurales al fisco
y al sistema productivo; se requiere un modelo que fomente
el desarrollo integral de la producción nacional y aumente el
poder adquisitivo per cápita de la población.