
Antonio García, Primer Comandante del ELN
A mediados de la década de los 80 del siglo pasado, Iván
Marino Ospina, siendo Comandante del M-19, se descachó
políticamente cuando hizo unas propuestas poco claras sobre
el narcotráfico, hecho por el que fue relevado del mando.
A ndaba en ese entonces en una correría internacional
y pasaba por Panamá, todo mundo sabía quiénes se
paseaban por esas tierras, que hasta el mismo ex
presidente Alfonso López intentaba un diálogo con
los extraditables narcotraficantes. No por eso podemos decir
que el M-19 era narcotraficante, como tampoco cuando lo
relacionaron con Pablo Escobar en la operación del Palacio
de Justicia (1985), por la quema de documentación sensible.
Se requiere responsabilidad con la historia y no ser vedette
para los medios de desinformación.
Como tampoco por otras historias. Pues, pocos años después
y antes que cayera en desgracia Manuel Antonio Noriega,
entonces Presidente de Panamá, Gustavo Petro era un simple
mensajero de los dirigentes del M-19 y se paseaba por el
Canal hasta que fue apresado por andar en sus francachelas
«non sanctas». La gente de Noriega lo rescataría pocos días
después. No lo apresaron por estar realizando operaciones
rebeldes, sino por sus francachelas y otras cositas de esas.
Ahora, la ligereza de Petro va más allá de la cordura al
atreverse a mentir de manera descarada, diciendo que el ELN
está comprometido con el narcotráfico, sin duda se presta a
los planes imperialistas norteamericanos, por cuanto la DEA
y sus agentes han pretendido involucrarnos sin lograrlo,
fracasando en dichas operaciones y trampas. Petro algo le
está pagando a los gringos con estas mentiras.
Él hace lo mismo que cualquier policía, soldado o agente
de inteligencia diciéndole a los periodistas que «tal o
cual» cargamento o kilo de coca decomisado era del ELN,
sin presentar a los responsables capturados, sin decir
exactamente donde ocurrieron los hechos, ni menos entregar
los resultados de un juicio con los respectivos veredictos
dictados por la justicia. Ojo y algunos periodistas se prestan
para llevar ese juego.
No exagero con lo que digo, hace apenas unos días Petro dijo:
«El ELN también aquí está asesinando colombianos. Y es
probable, no puedo afirmarlo, que sea el autor del asesinato
del senador Miguel Uribe Turbay por dinero. Será la
investigación, cada vez más difícil, la que diga la verdad”.
Qué trabalenguas o traba-verdades, decir que «es probable» y
«no puedo afirmarlo», es consciente que no sabe, que no está
confirmado; entonces por qué no espera a la investigación
como luego lo señala, pero en seguida niega la investigación
diciendo que «cada vez más difícil». Es obvio, se trata de
dejar en el imaginario de la gente que fue el ELN «el autor
del asesinato del senador Miguel Uribe Turbay por dinero».
Así de fácil y como por el encanto de unas cuantas palabras
armadas en un trabalenguas, el ELN resulta acusado por el
Presidente Petro de un acto que no ejecutó. Pues el ELN,
cuando hace algo, tiene el valor de responder por lo que
hace.
Es deber de un Presidente decir la verdad al país y al
mundo, esa que rueda por los pasillos de la inteligencia y
los conversaderos de todo tipo. Claro, no es fácil hablar de
estos hechos en medio de un dolor que se manipula, pero
que malintencionadamente se trata de achacar al ELN.
La información que circula es que el papá de Miguel Uribe
Turbay, por sus vínculos y acciones, non sanctas, con o contra
algunos esmeralderos terminó colocando en grave riesgo a
su hijo. Los dejo con esa curiosidad y se abre una puerta
para hablarle con claridad al país y no se manipule el hecho
políticamente, como se está haciendo, para sacar ventajas
electorales. Es un hecho de otra naturaleza, no político.
Y que Petro se ajuicie con la verdad.