
Anaís Serrano
Donald Trump acaba de amenazar con bombardear a Irán, si
no cedía a sus exigencias sobre el Acuerdo nuclear, cuando
fue el propio Trump quien se retiró de él en 2018, con la excusa
de que la República Islámica supuestamente iba a desarrollar
bombas atómicas, lo que Irán niega.
Como siempre, la política estadounidense es hipócrita,
pues sigue siendo el único país que ha lanzado bombas
atómicas contra la población civil, en Japón cuando
ya estaba rendido en 1945; con las que mataron más de
200.000 personas y más de 300.000 murieron años después,
afectadas por enfermedades producidas por el uso atroz y
desproporcionado de estas armas.
El objetivo es imponer el Gran Israel
En el mal llamado “medio oriente”, el ente colonialista y
genocida de Israel es el único que posee tan grande arsenal
de armas atómicas, que se ubica entre las potencias con
más armas nucleares del mundo. A los sucesivos gobiernos
de Estados Unidos no les importa las vidas de los niños y
niñas de Palestina, Líbano, Yémen o Siria que están siendo
masacrados por la entidad sionista, sólo les preocupa que
un país como Irán, que desde 1979 recuperó la soberanía de
su petróleo y toda su política, esté desarrollando la energía
atómica para darle un uso pacífico.
Desde el inicio de la Revolución Islámica en Irán, EEUU la
declaró una “amenaza inusual y extraordinaria” tal como tres
décadas después, lo hiciera con Venezuela, Orden Ejecutiva
que fue el inicio de un feroz bloqueo económico, agravado
tras el retiro estadounidense del Acuerdo nuclear hace 7
años. Pero ni el bloqueo, ni los ataques directos e indirectos
ejecutados por el sionismo, han logrado detener el desarrollo
científico, tecnológico y militar iraní, ni desestabilizar la
Revolución.
Trump ha fortalecido su apoyo al genocida Netanyahu, para
salvarlo de su crisis política interna y seguirlo ayudando
a perpetrar el genocidio contra el pueblo palestino, con el
objetivo de construir el Gran Israel, que significaría ganar
el control directo de toda la rica región de Asia Occidental,
y administrar su entrada a África y Europa a través del
Mediterráneo. Plan infame que tiene la complacencia de las
monarquías de la península arábiga, en cambio la Revolución
Islámica constituye su principal contrapeso.
Ante la amenaza de Trump, el líder iraní, el Ayatolá Jameneí,
respondió que ello tendría graves consecuencias para EEUU
y para el ente Sionista, porque obligaría a Irán a cambiar
su actual decisión de usar la energía nuclear sólo con fines
pacíficos y descargaría su capacidad misilística, sobre las 10
Bases Militares estadounidenses en la región, que albergan
cerca de cincuenta mil soldados.
Disuadir la fuerza bruta imperialista
Irán es un país con una ubicación geoestratégica, es el puente
natural entre Asia Central y Asia Occidental donde ocupa el
primer lugar en población, también se encuentra entre los
principales productores de petróleo y gas del mundo, con
importantes desarrollos en ciberseguridad, nanotecnología
y tecnología militar en general; pero sobre todo posee una
cultura milenaria muy arraigada, una larga historia de
lucha, un liderazgo religioso nacionalista, además de ser
el líder del Eje de la Resistencia que articula las fuerzas
antiimperialistas y antisionistas de la región; ahora, hace
parte de los BRICS y construye su alianza con China y Rusia,
además de tejer relaciones con Nuestra América.
Un bombardeo de Trump enfrentaría a la fuerza antiaérea
iraní, que ya ha sido probada exitosamente y para controlar
su territorio tendrían que incursionar en él, que es un
problema complejo, por la fuerte resistencia que encontrarían
del pueblo iraní y por ser este uno de los veinte países
más grandes del mundo, con una extensión de 1.650.000
kilómetros cuadrados y 100 millones de habitantes.
Otro factor de desestabilización mundial a tener en cuenta
es que, además de la guerra arancelaria desatada por Trump,
entraría en crisis el mercado petrolero por las amenazas de
EEUU contra Irán, Rusia y Venezuela.
Irán es una potencia en crecimiento, más poderosa de lo que
a simple vista parece, las guerras de aproximación indirecta
han sido hasta ahora las favoritas de EEUU y su OTAN, de
atreverse ahora a una guerra frontal, las consecuencias
podrían ser devastadoras mucho más allá o más acá, de Asia.