Damaris Izaguirre
El Estallido Social visibilizó las necesidades de la
Colombia profunda y marcó una hoja de ruta para el
nuevo Gobierno, que se centra en transformaciones
estructurales, encaminadas a diezmar la brecha de
desigualdad y acabar con la corrupción enquistada en el
Estado.
El Gobierno del Cambio obtuvo el triunfo en las elecciones de 2022,
porque instrumentalizó los anhelos de la Colombia profunda y
las exigencias de cambios estructurales hechas por el Estallido
Social; promesas que no pasaron de ser lemas de campaña para
asegurar el triunfo, porque para el Gobierno Progresista cumplir lo
prometido implicaba deponer el modelo económico y la doctrina de
seguridad, lucha que nunca será su propósito porque implica una
afrenta directa al régimen y este Gobierno ve al régimen como un
aliado.
Parte de la demagogia institucional es que los cambios vendrán vía
legislativa y que por ello es necesaria una alianza que garantice la
gobernabilidad del Gobierno Progresista, en otras palabras, que
para sostenerse en el poder continuarán con la política de darle
‘mermelada’ (léase prebendas) a los congresistas, garantizarle carga
burocrática a los Partidos tradicionales y continuar con los beneficios
de toda índole a los mega empresarios y las multinacionales.
Las Reformas planteadas por el Gobierno y muchas de ellas
convertidas en el Congreso en un Frankenstein, que las dejaron en
modificaciones cosméticas, giros de 360 grados que no dan solución
real a las problemáticas de la sociedad; aun así, el régimen ‘no suelta
prenda’ y ni siquiera permite estas reformas tímidas y ha cerrado
filas de todas las formas posibles, indispone a los gremios, bloquea la
vía legislativa a través de sus empleados, los políticos tradicionales,
pone a viejos camaleones como Vargas Lleras a liderar marchas en
contra de tales cambios y reformas; además, desde la sombras y con
la impunidad que le garantizan entes como la Fiscalía, amedrenta y
asesina a todo aquel que sea contrario a sus intereses.
Los hechos van indicando que este Gobierno del Cambio no es capaz
de realizar las transformaciones de fondo que la Colombia profunda
exige, y mucho menos va a parar el exterminio del liderazgo social
y popular; por lo tanto, toma más vigencia la consigna de que ‘solo
el pueblo salva al pueblo’, por lo tanto de nuestra unidad de clase y
lucha decidida depende lograr un país con justicia y equidad social.