compártelo

Antonio García, Primer Comandante del ELN

Muchos se interrogan o preguntan sobre el futuro del
Proceso de Paz del ELN con el Gobierno nacional, de la
profunda crisis en que se encuentra y de las causas que
la produjeron.

Podríamos decir que nos encontramos en las sinsalidas a las que
todos los gobiernos han conducido los procesos de paz con el
ELN, pues el deseo, la intención u objetivo ha sido lograr la
desmovilización, el desarme y reincorporación de los alzados en
armas en poco tiempo, luego de unas reuniones escurridizas donde
ese es objetivo casi único o central de los gobiernos, y por ende el
Estado, a cambio de unas promesas de reformas, de ofrecimientos
que el Estado se «ajuiciará» en el respeto con los Derechos Humanos,
etc., etc., etc.

En el Gobierno de Santos se avanzó un tramo, pero luego de firmar
la Agenda en marzo de 2016, antes de entrar a la fase pública, como
era lo acordado, colocó condicionamientos, asuntos no acordados y
quería obligar al ELN a cumplirlos. Al final negociamos ciertos asuntos
referidos a situaciones humanitarias y posteriormente avanzamos
hasta un Cese el Fuego Bilateral y Temporal por 101 días.

A ese Gobierno no le dio el tiempo, y no pudo asegurar para que
el siguiente Gobierno le diera continuidad, Duque ni siquiera
quiso hacer el empalme respectivo con el gobierno saliente, pues
tenía preparadas varias operaciones militares contra el Comando
Central, con base en inteligencia adelantada por Santos, las Fuerzas
Militares y la Policía Nacional. Al Gobierno le vendieron la idea
que el «aniquilamiento del ELN» estaba a la vuelta de la esquina.
Además realizó varias operaciones militares a las que el ELN también
respondió.

Desde luego que recibimos golpes, pero cuando nosotros los damos,
son calificados con juicios de valor. Para el Gobierno y los militares
lo que ellos hacen son «exitosos bombardeos», pero cuando los hace
el ELN son «masacres». Es elemental y de sentido común, si yo ataco
debo estar preparado para recibir golpes del mismo tipo. Hay que
tener en cuenta que el ELN no realiza acciones en contra de la ética
ni que violen el DIH, como la tortura, masacres, desaparecidos y
otras tantas. Existe un doble rasero para calificar lo que cada parte
hace contra la otra.

En el ELN sabemos que hay militares y algunos oficiales que son
patriotas y se resisten a actuar como lo ordenan el alto mando y la
institución, y nos ven también como patriotas que defendemos la
soberanía del país y la nación, que no comparten como las élites
gobiernan a Colombia; muy seguramente hacia adelante nos
encontraremos en un camino de construcción de futuro.

Así con Duque, se perdieron cuatro años y la oportunidad de avanzar.
Lo que le vendieron a Duque resultó mentira y el ELN trascendió la
mediocridad de su gobierno.

El actual gobierno, que llegó luego de más de tres años de estallidos
sociales, fue elegido por el apoyo de los inconformes que nunca
votan, ofreció una posibilidad de continuar con el camino de la
paz emprendido desde Santos. Se retomó la Agenda pactada y fue
mejorada sustancialmente de manera conjunta.

Luego vinieron los peros, las dobles agendas, una que se maneja en
la Mesa y la otra que lleva todo el cálculo estratégico. Desde luego
que eso es lícito, pues ambas partes hacen cálculo estratégico y sus
respectivos planes; pero otra cosa es que el Gobierno quiera montar
su «agenda estratégica» en la Mesa y que el ritmo y camino del
proceso esté definido por «imposiciones», que son temas o asuntos
que nunca se han pactado formalmente.

Así vimos aparecer el límite de tiempo donde «la guerrilla del ELN»
llegaba hasta mayo de 2025, cuando jamás dicho asunto se había
acordado.

La realización de acciones económicas, entre las que están las
privaciones de la libertad con dicho propósito, jamás fueron
pactadas. Se les dijo con toda claridad que el ELN necesitaba
finanzas para mantener sus combatientes, y de llegarse a un Cese el
Fuego habría limitaciones para hacerlo sin los recursos requeridos.
Se argumentó y al final hubo el ofrecimiento de construir un Fondo
Multidonante con apoyo de la comunidad internacional. Llegaron
entonces las especulaciones, invenciones y suposiciones, la guerra
mediática, donde se decía que el ELN se financiaría con dineros del
Estado colombiano, a lo que hemos dicho que el ELN no recibirá
un peso de su contraparte que combate, no es aceptable ni ética ni
políticamente, por supuesto que es el pensamiento del ELN, pues el
rosario de desmovilizados terminan de empleados del gobierno y
hasta «emprendedores» se dicen.

Se comprometieron a construir el Fondo Multidonante, que
convirtieron en un simple ofrecimiento, pero el ELN sí debía
comprometerse, no podía hacer también el ofrecimiento, que en
una negociación sería lícito, siendo para ambas partes. Como el
Gobierno no se movía, hicimos el gesto unilateral de suspender por
tres meses dichas retenciones económicas. Eso fue concreto y se
cumplió, pero la contraparte no movió un dedo para concretar el
Fondo.

Podría seguir con el rosario de hechos que desde antes ya venían
aconteciendo, como ha sido la no retirada del ELN de la lista de los
Gaos. Los gobiernos, y este no se escapa, siguen con la misma práctica
y visión, a la guerrilla hay que desmovilizarla, y entre más barato
nos resulte mejor. Lógico, quedarse en los simples ofrecimientos de
papel resulta barato.

Si estos asuntos introductorios los gobiernos no son capaces de
cumplirlos, los de más de fondo resultarán una triste quimera.

Se trata de un proceso de paz, de una negociación donde se busca
terminar con el conflicto armado y las causas que lo originaron y siguen
reproduciendo, ya casi que se completa la decena de organizaciones
desmovilizadas y nada que el país cambia. Coloquemos en esa lógica
y seguramente nos entenderemos.

Ahora, ¿qué sigue? Que el gobierno cumpla lo acordado hasta este
momento, eso es seriedad en cumplir lo que se firma; al menos que
empiece por uno, que es el de retirar al ELN de la lista de los Gaos,
eso permitiría retomar conversaciones para examinar la crisis y
buscar salidas. Pero mientras se le exija solo al ELN que cumpla, no
sería equilibrado y estaríamos ante un sometimiento o claudicación.
Y para eso no está el ELN.

Lo que argumentamos no es ningún ultimátum, pues se trata que
el gobierno cumpla con lo acordado, simplemente es solicitar que la
contraparte cumpla con lo que firmó en la Mesa.