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Antonio García, Primer Comandante del ELN

La nueva doctrina del Cuerpo de Marines de EE.UU. no es un
simple cambio de estrategia; es la confirmación que estamos
en medio de una guerra de información a escala planetaria.

El Pentágono, en su infinita «sabiduría», decidió que es
hora de actualizar sus tácticas para hacer frente a las
«realidades modernas de la guerra». ¿Y qué significa
esto realmente? que EEUU está perfeccionando el arte
del engaño.

Esta nueva doctrina no es más que un manual para la
manipulación masiva. Hablan de «operaciones de información»
y «ventajas operativas», pero lo que realmente están diseñando
es una máquina de propaganda global más sofisticada que
nunca. Y lo más irónico es que tienen el descaro de mencionar el
«respeto a las restricciones legales y políticas». Todos sabemos
que basta una simple orden del Secretario de Estado, para que
esas «restricciones» se evaporen en un segundo.

Pero mientras Washington predica sobre la libertad de
información, está orquestando una campaña de censura y
hostigamiento contra medios rusos, africanos y cualquiera
que no se alinee con su narrativa. Es el colmo de la hipocresía.
Utilizan gigantes tecnológicos como Meta para construir lo que
ellos llaman un «sistema de información global más resistente».

No olvidemos el caso de RT, ese medio de noticias ruso que se
atrevió a desafiar la narrativa occidental. Antes, lo que pasó
con el valiente Julian Assange fue solo el inicio. Si observamos
detenidamente, hoy hay cientos de voces silenciadas en todo
el mundo, voces que se atreven a cuestionar los «objetivos
imperiales» de Washington.

EE.UU. está luchando una batalla perdida. ¿Por qué? Porque
se enfrentan a la generación más joven y tecnológicamente
alfabetizada de la historia. Estamos hablando de casi 15.000
millones de dispositivos móviles en todo el mundo, una cifra
que se espera que alcance los 18.000 millones en 2025.

Pensemos en América Latina, donde el grupo más grande de la
población tiene entre 19 y 30 años. O en África subsahariana,
donde el 70 por ciento de la población tiene menos de 30 años.
Esta es la audiencia global que Washington está tratando
desesperadamente de controlar. Es una generación que busca
información más allá de los canales tradicionales controlados
por el establishment.

El think tank Brookings Institution, ese bastión del
pensamiento neoliberal sugirió que Washington debe abrir aún
más la billetera para librar una guerra informativa en América
Latina. Aparentemente el éxito de las cadenas informativas
en español va en auge.

Jessica Brandt, la directora de políticas de Brookings, declaró
ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado que Estados
Unidos «no puede permitirse ceder el espacio informativo
en América Latina a sus competidores geopolíticos». Como
si América Latina fuera un terreno baldío esperando ser
colonizado por la narrativa estadounidense.

Están obsesionados con la cadena rusa en español. Según Brandt,
en el primer trimestre de 2023, tres de las cinco cuentas de
«medios estatales rusos» más retuiteadas estaban en español.

La solución, según estos genios, es bombear más dinero a la
Agencia de EE.UU. para los Medios Globales (USAGM). Porque
claramente, lo que América Latina necesita es más propaganda
estadounidense, no mejores condiciones de vida o políticas
justas para el pueblo.

Por lo tanto, la jugada de los poderes fácticos es el «baneo»
digital. Al cancelar cuentas en redes sociales, no solo silencian
voces disidentes, sino que también cortan el flujo de apoyo
financiero a medios independientes y comunitarios. Es una
forma sutil pero efectiva de asfixiar cualquier narrativa que
desafíe el statu quo.

El resultado final es un ecosistema mediático global cada vez
más controlado por grandes corporaciones, esas mismas que son
utilizadas como herramientas para manipular las percepciones
de las masas. Es un intento descarado de blanquear la historia
de este nefasto sistema mundo capitalista-militarista que nos
han impuesto.

Cuando no pueden luchar con ideas o políticas, recurren a
inundar el espacio mediático con su narrativa. Es el equivalente
informativo de un golpe de Estado, pero en lugar de tanques,
usan una X y miles de videos virales.