Claudia Julieta Parra

El contexto global ha suscitado una crisis económica
mundial que nos ha afectado considerablemente, lo que
ha exacerbado la pobreza monetaria y multidimensional,
y arrojado a la penuria la vida de cerca de dos tercios de
la sociedad colombiana.

En Colombia la crisis económica mundial se exacerba por las
políticas deficitarias implantadas por sucesivos gobiernos,
como el desmedido incremento del gasto corriente (burocracia,
guerra, pago de intereses de Deuda Externa), y la regresividad
en términos de desarrollo social y en la disminución del déficit del
Gasto Social.

El déficit fiscal que heredó Petro del gobierno anterior ascendía a 83
billones de pesos, lo que ha generado múltiples políticas centradas
en el desmonte de subsidios para disminuirlo, sin embargo, el
déficit ha crecido a cerca de 95 billones de pesos y ha depreciado de
manera abrupta el poder adquisitivo per cápita, lo que ha llevado a
la desaceleración del mercado y a la recesión económica producto
de la caída brutal de la demanda.

La política económica del país no busca la generación de capital
liquido circulante, la estabilización laboral o la solidez del sistema
productivo; tan solo se limita a la creación de créditos y subsidios
que solo favorecen los sistemas bancarizado y financiero, pero
que surten el efecto contrario en las capas sociales medias y bajas,
ya que les incrementa su déficit de costo de vida y aumenta sus
necesidades básicas insatisfechas. El Estado hace poco por resolver
los problemas de acceso a crédito de la población de bajos recursos,
ya que prácticamente relegó esta función al sistema bancario, y
solo se limita a dar mínimos subsidios o ayudas que se quedan en
el asistencialismo y aun así no logran suplir las necesidades básicas
insatisfechas de más de un tercio de población colombiana.

La reactivación y la solidez de la economía no se consigue gastando
el Presupuesto Nacional de manera rápida y desmedida, sino
aumentando el flujo de capital líquido y el poder adquisitivo per cápita,
lo cual tiene implícito la formalización del empleo y la generación
de plazas laborales; es la única forma en que se puede salir de la
Recesión Técnica en la que está sumido el país por cuenta de nefastas
políticas económicas, que se centran en el favorecimiento de una
plutocracia reducida, no del conjunto de la sociedad y en especial las
capas sociales medias y bajas.