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Chavela Villamil

El actual modelo económico monopoliza la riqueza en un reducido
grupo plutocrático; lo que conlleva al sobreendeudamiento
para cubrir el déficit de gasto social; generando abultados
incrementos al déficit que tornan insostenible el margen fiscal.

En los últimos años la economía global se ha desacelerado
ostensiblemente y sus indicadores han fluctuado entre
márgenes negativos y positivos inferiores a los 3 puntos
porcentuales; esto ha llevado a que los grandes flujos de
masa de capital que salen a inundar los mercados, no retornen
en los tiempos y montos estimados por los emisores, lo que
genera un déficit creciente de masa monetaria que afecta el
modelo económico, y a su vez incrementa el déficit de Deuda
Externa (DE) global, en especial la de los países dependientes
del capital extranjero.

El economista Michael Hudson plantea que, “la economía ha
llegado al punto máximo de su capacidad de endeudamiento y
no hay forma de que pueda recuperarse. Cada recuperación ha
sido cada vez más débil, porque la deuda que la ha generado ha
sido algo así como conducir un coche y pisar el freno” [1].

El sobreendeudamiento
no soluciona la crisis económica

La nefasta política económica instaurada en nuestro país, que
se basa en el incremento del Gasto Corriente (burocracia,
guerra, pago de interses de DE), que junto a una política de
gasto regresiva en que los egresos superan los ingresos, obliga
a todos los Gobiernos al sobreendeudamiento de la Cuenta
Corriente para sufragar pasivos en vez de disminuir su
emisión; de acuerdo a datos del Banco de la República, durante
el primer semestre de este año el déficit de Cuenta Corriente
(DE), llegó a 198.034 millones de dólares, que equivale al 48,5
por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Sin descartar o desconocer los ínfimos avances en del desarrollo
y la productividad, las señales que emite nuestra economía
nacional no son las mejores; el crecimiento del año anterior solo
fue de 0,6 por ciento, una quinta parte del crecimiento global, y
este año las proyecciones del Banco de la república no superan
el 1,7 por ciento. El mayor causante de la desaceleración de

la economía colombiana fue el comportamiento de la balanza
comercial, “las exportaciones en 2022 alcanzaron los 57
millones de dólares, el 16,6 por ciento del PIB, mientras las de
2023 fueron de 49,444 millones de dólares, el 13,6 por ciento
del PIB” [2], este estadígrafo no integra los ingresos percibidos
por remesas, que el año anterior fue de 10,1 millones de dóreles;
pero si muestra el desbalance de la balanza comerciales y a
su vez explica el pobre desempeño de nuestra economía, que
con su producción nacional no es capaz de suplir el mercado
interno y por tanto importa más de lo que exporta, dejando el
mercado expuesto a la inflación exógena.

Esto ha llevado a que el Gobierno opte por mover el marco de
la Regla Fiscal para sobregirar las cuentas y dar solución a los
pasivos sin cambiar el ordenamiento del gasto o disminuir el
Gasto Corriente; situación que para diferentes economistas y
expertos no es lo más conveniente para el país.

La Regla Fiscal es un instrumento legal e institucional
del Estado, que busca garantizar la sostenibilidad de largo
plazo de las finanzas públicas y contribuir a la estabilidad
macroeconómica del país; el Comité Autónomo de la Regla
Fiscal (CARF) presentó su análisis sobre el Plan Financiero
expuesto por el Ministerio de Hacienda y alertó por el aumento
de los intereses de la deuda estatal, de acuerdo al análisis de
proyección de la CARF la deuda neta del Gobierno cerró el año
anterior en un nivel superior al esperado en el Marco Fiscal de
Mediano Plazo. El Director del CARF afirma que, ”la dinámica
de la deuda dependerá críticamente del comportamiento de las
tasas de interés de la deuda pública, hoy en niveles altos, y de
la tasa de cambio. Una senda de deuda pública más alta limita
la capacidad de reacción de la política fiscal ante choques
inesperados” [3].

Es necesario parar la deceleración económica

El problema de la economía colombiana no es financiero
sino económico, es decir, los impuestos recaudados cubren
medianamente la balanza de gastos, el problema radica en
que lo recaudado se destina al Gasto Corriente y además
se consume más de lo que se produce; esto hace inminente
una rectificación del Gasto Corriente y la generación de una
política de austeridad gubernamental, que lleva al recorte del
gasto suntuario, que la nómina estatal se reduzca hasta su
mínima expresión funcional, reducir la maquinaria de Guerra
y renegociar la DE.

El sistema tributario colombiano se basa en lo que se denomina
‘captación por nicho masivo’, es decir, trata de captar dinero del
mayor número de personas posibles que son mayoritariamente
clase media y baja, por eso siempre son los más afectados con
las Reformas Tributarias, mientras aplica la teoría neoliberal
del Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), donde
la productividad y el desarrollo supuestamente se sustentan
en la reducción de la tributación de los mega empresarios, para
aumentar su riqueza a grado tal, supuestamente para que gotee
hacia el resto de la sociedad, tesis que ha sido ampliamente
rebatida por los resultados desastrosos en cuanto que resultó
incrementando brutalmente la desigualdad social.

Salir de esta crisis y prevenir las siguientes implica reformas
estructurales al fisco y al sistema productivo, toda vez que
este sistema no genera ni inclusión social ni mucho menos
crecimiento ni productividad; por ende, la dinamización de
la economía requiere de un cambio estructural en la política
económica, un modelo económico que tenga como base el
aumento del poder adquisitivo per cápita, el desarrollo
integral, el fortalecimiento del sistema productivo nacional,
la disminución de la brecha de desigualdad y pobreza, y un uso
racional de nuestros bienes naturales que garantice el futuro
de las generaciones venideras.