Comando Central (COCE)
La solidaridad con Chocó comienza por comprender su historia,
departamento inundado ahora, porque el Cambio Climático
afecta la temperatura del océano Pacífico, que le echa encima
más lluvias que de costumbre.
Cuando ellos descubrieron el océano Pacífico comenzó el
saqueo, remontando a los indígenas a los peñascos agrestes
de la cordillera. Encontraron el Oro que codiciaban y para
extraerlo trajeron esclavos de África, a quienes también
emplearon para el cultivo de la caña de azúcar en el valle del río
Cauca, los que en resistencia a la atroz esclavitud se rebelaron y
huyeron hacia las selvas de la costa del Pacífico. La tranquilidad
de sus Palenques no duró mucho, porque en la parte alta del río San
Juan hallaron un metal que vale más que el oro, llamado Platino,
pero también en los nacederos del río Atrato encontraron Cobre.
Detrás de estos bienes naturales aparecieron los buitres, todos
con nombres en una lengua extraña, como ´Chocó Pacífic’, para
significar que depredadores norteamericanos se habían instalado
en Condoto, hasta convertirla en la capital mundial del Platino. Con
maquinarias gigantescas destriparon la Madre Tierra, revolcaron
y alteraron los cauces de los ríos a su antojo, para alimentar esta
desenfrenada explotación.
Sobrevolando el territorio, los buitres se dieron cuenta que entre el río
Atrato y el Truandó, forman un canal natural que une el mar Caribe con
el Pacífico, constituyendo una alternativa de navegación, al atestado
canal de Panamá. Y cuando creían que los despojadores se habían
saciado, resultó que hechizados por la tranquilidad del océano, detrás
del río Baudó en la costa de Tribugá, midieron la profundidad del mar
y ¡oh sorpresa!, encontraron que era el Golfo de aguas profundas más
hondo del continente y el segundo más hondo del mundo, ´ni mandado
a hacer’ para construir un mega puerto que conecte a América del
sur con China. Este descubrimiento, más reciente, les echó encima la
última plaga de depredadores, cuya vanguardia militar y paramilitar
está encargada de despoblar las comunidades, que resisten en el Chocó
en defensa de la vida y el territorio.
Los imperios para saquear y exterminar cuentan con cómplices,
quienes se alimentan con las migajas que caen del botín, creando una
nueva clase desclasada y corrupta que perdura como sanguijuela,
engordada con lo que roba de los bienes públicos, tan nociva, que
un Obispo católico de allá la considera, una plaga más peligrosa
que el mismo Cartel de la cocaína que se llama Clan del Golfo.