Himelda Ascanio
Chocó ha sido confinado a la pobreza, la exclusión y el abandono
por las mafias criminales que han gobernado durante casi
toda la historia nacional. Con la supuesta preocupación por
este departamento y el show mediático, revictimizan a las
comunidades y se burlan de ellas.
Depredadores de la riqueza
Hace dos años el Cinep publicó su informe ¿Por qué continúa
la Guerra en Chocó?, donde se evidencia la situación del
departamento desde 2011 hasta 2021, describe la relación
entre violencia y muerte como requisito para hacer proyectos
extractivos de minerales que operan legal e ilegalmente, en
Río Sucio, Quibdó e Istmina.
Efectivamente, el Chocó es el segundo productor de oro.
En contraste con su riqueza natural, el departamento
experimenta la mayor tasa de pobreza monetaria en la
región del Pacífico. Hace un año publicábamos que el índice
de Pobreza Multidimensional es de 57 por ciento y el 20
por ciento de la población vive en la miseria. La mortalidad
infantil tenía una tasa de 150 por 100.000 habitantes.
En su extensión de 4.653.000 Hectáreas, el 27 por ciento
están inscritas en el Registro de Tierras Despojadas y
Abandonadas Forzosamente (Rtdaf), solo el 36 por ciento
de los 128 procesos étnicos en curso han finalizado la fase
administrativa para ser reconocidos. El 28 por ciento del
territorio departamental está afectado por solicitudes
o títulos mineros y el 16 por ciento está solicitado para
explotar recursos naturales.
El problema estructural está en las mafias extractivas y
narcotraficantes que son respaldadas militarmente por
el Ejército y la Infantería de Marina en colusión con los
narcoparamilitares. El Estado colombiano es el responsable de
las crisis humanitarias, ya que durante años han gobernado
para las mafias en el poder.
Infamia y Perfidia
Una cosa es la perfidia y otra una infamia. Perfidia es hacer
trampa, engañar, aprovecharse de la buena voluntad de una
parte para atacarla, incumplir un acuerdo deliberadamente;
por ejemplo, firmar un acuerdo de cese al fuego y de inmediato
incrementar las acciones de guerra, pero encubiertos, o
decir que se hace parte de una delegación de paz, mientras
se impulsa el paramilitarismo, se despoja territorios y
se ataca el proceso de diálogos. Una infamia es un acto de
vileza, de maldad, como algunos agentes del Estado que
arrasan y masacran territorios, y luego posan de impolutos
constructores de paz.
Es asqueante el show mediático que pretenden quienes se
han robado el país durante décadas. Los mayores criminales,
impulsores de la barbarie paramilitar que desangra al Chocó,
queriendo posar de críticos, sensibles y preocupados por la
dramática situación de este departamento. Saben también
que esas mafias políticas son las que, desde sus gobiernos, se
han robado los recursos y sometido al abandono el territorio.
Dicha falsedad es un acto de perfidia que naturalizaron el
Estado y sus gobiernos, incluyendo el actual. Como lo han
hecho en los procesos de Paz y en las negociaciones con
las comunidades movilizadas. Son actos de perfidia contra
Colombia.
Asesinados de la semana
Julio Cesar Betancourt Medina, era firmante del Acuerdo
de La Habana, quien actualmente realizaba su proceso de
reincorporación en el municipio Corinto, Cauca; el 10 de
noviembre fue raptado sobre las 10 am en el municipio de
Corinto por hombres desconocidos, una hora después fue
encontrado muerto en el sector conocido como La Balastrera
en zona rural de Corinto, Cauca.