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Sergio Torres

Va iniciando una nueva carrera de cara a las elecciones
presidenciales de 2026. Ya hay aparentes candidatos y
candidatas montados en sus maquinarias politiqueras.
Incluso, el presidente tuvo una semana en la que demostró
su talante en estas lides.

La derecha colombiana está en modo campaña,
básicamente, desde que perdió la presidencia en 2022,
de manera inmediata activaron todos sus apéndices y
extensiones para desestabilizar, manipular y tratar
de impulsar manifestaciones contra el gobierno actual. Su
estrategia es la violencia, y por ello estarán buscando las
maneras de crear alguna excusa que les permita un montaje,
a partir del cual, financiar escenarios de calle. Aplicando la
cartilla de los golpes blandos, escrita en Estados Unidos.

Pero, tal vez con lo que no contaban, es que el gobierno
actual se fuera a transformar en un apéndice de la derecha
oligárquica. Las dudas y sospechas sobre las relaciones con
representantes del viejo régimen, terminaron por aclararse
y el propio Petro lo confesó: “No soy de izquierda”. Además
de otras confesiones y evidencias que han descubierto su
verdadera línea. Justamente, durante la última semana se
aclararon más dudas -por si quedaban- sobre el camino que
decidió emprender el presidente Petro y su gobierno.

Un “reality” peligroso, el Consejo de Ministros

El 3 de marzo realizaron el segundo show televisado del
Consejo de Ministros. Con nuevas caras y un libreto algo menos
emocional. Este espacio básicamente fue usado para volver a
poner al Catatumbo como centro y “ejemplo” de los problemas del
país. Tratar de sustentar la cuestionado y rechazado Estado de
Conmoción Interior, y dejar ver su entrega total a la doctrina
contrainsurgente y a la fracasada Guerra contra las drogas.

En dicha obediente aplicación, atiza la matriz mediática de
inculpar al ELN de todos los males y problemas del país e incluso
de otros a nivel internacional… ¡hasta de planetas vecinos! De
hecho, deja ver una peligrosa línea de impulso hacia escenarios de
intervención internacional, ya no solo vinculando a Venezuela,
sino también a México y Haití.

Pero, la transmisión televisada de este Consejo de Ministros, era
fundamentalmente para presentar la estrategia para la región de
El Catatumbo en el marco de la Conmoción Interior. Más concreto

aún, plantear un refrito del modelo de sustitución de cultivos de
uso ilícito. La meta es la erradicación de la mitad de las 53 mil
hectáreas de coca, en los 90 días que dura la Conmoción, a través
de pagos de 1.280.000 pesos por la erradicación voluntaria por
12 meses, a cada familia campesina. Esto a cargo del ya fracasado
programa PNIS.

Lo más grave son las presiones y continuar con los señalamientos a
la población, Petro sindicó a las organizaciones sociales de la región
como “subordinadas” a la insurgencia. Cargo letal en una de las
zonas con la mayor conflictividad del país. Afortunadamente, esta
estigmatización a las organizaciones sociales tuvo una respuesta
solidaria por parte de otros procesos, sectores y escenarios, como
las plataformas de DDHH, la Defensoría del pueblo, universidades
y medios de comunicación que se pronunciaron, exigiendo una
rectificación. Obviamente, con la soberbia ya demostrada por el
presidente, esta no llegó.

Y como el propósito al parecer es demostrar la aplicación
de la doctrina antisubversiva, el nuevo general Ministro
de defensa, corroboró la sepultura a la posibilidad de una
solución política al conflicto y la entrega del gobierno Petro
a la contrainsurgencia y la pacificación. El ministro decretó
para el ELN: “o se desmovilizan o el Estado irá con todas sus
fuerzas por ellos”… ¡Uy, que susto!

Sobar el saco de los megarricos

Otra de las tristes apariciones públicas del presidente en esta
semana que termina, fue la premiación a Jaime Gillinski. El
empresario y banquero, dueño de Nutresa, Publicaciones Semana,
el periódico El País y el Banco GNB Sudameris. Petro en el evento
no escatimó en elogios para este banquero.

Fue ahí donde se dejó escuchar una nueva confesión de su
conversión al sagrado capitalismo neoliberal. Mientras exponía
la tesis de la conciliación de las clases, poniéndose como mediador
entre los empresarios más poderosos y las mujeres habitantes
de calle. Petro planteó que el modelo de desarrollo que proponía
para Colombia debe ser sin salirse del capital: “No nos salimos del
capitalismo porque no sabemos bien qué viene después. Es posible
que no haya un después». De nuevo, otra perla, por si quedaba
alguna duda, de lo que Petro representa.

En menos de una semana marcó la pauta de lo que seguirá impulsando
en términos de su agenda de gobierno, pero fundamentalmente en
función electoral. Hizo un show propagandístico con un plan que
está en el aire, porque la Conmoción Interior está a punto de ser
tumbada por las Cortes. Estigmatizó a las organizaciones sociales.
Hizo populismo con habitantes de calle. Y fue a congraciarse
con los megarricos del país. Anunciando un Acuerdo Nacional o
Frente Amplio, donde ya dijo abiertamente que cabe J. M. Santos
y su tribu, y cualquiera por igual, pasando por Claudia López y
Alejandro Gaviria.

Con la abierta destapada del progresismo de Petro. Los
sectores populares, democráticos y de izquierda están
llamados a pasar el ‘trago amargo’ de este gobierno y empezar
a reagruparse para dar la lucha por los cambios profundos
desde una real posición de clase. Desde la izquierda verdadera
que busca condiciones de vida digna para las mayorías
excluidas. Desde Los Nadie, a los que este gobierno intenta,
nuevamente, desconocer.