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Anaís Serrano

Tras la crisis en el enclave ucraniano, a la que se suman
posturas de Estados Unidos de imponer aranceles y suprimir
gastos militares en la OTAN, la élite europea busca salidas
apresuradas para evitar su colapso.

En la lógica de occidente, la única forma de sobrevivir
es contando con un Estado fuerte que se prepare
para la defensa de posibles invasiones. Su narrativa
contempla que por el oriente le amenaza una “inminente
invasión Rusa”, cuando terminen las negociaciones de paz
en Ucrania favoreciendo a Putin y los EEUU dejen de aportar
la tercera parte de los gastos militares de la OTAN; la otra
amenaza les viene por el sur desde el norte de África, con la
“invasión de inmigrantes”, que requiere de un tratamiento
militar para asegurar sus fronteras.

Construyendo el enemigo
Esa narrativa de amenazas exige militarización, para hacer
la guerra a los “enemigos externos”, que a su vez demanda
un incremento del financiamiento del complejo militar-
industrial-tecnológico, invirtiendo miles de millones en
crear Inteligencia Artificial (IA) propia y en el desarrollo
de nueva tecnología militar.

Para continuar con la justificación militarista, se crea una
tercera línea de defensa, ante el “enemigo interno”, que se
suma a las amenazas externas, porque según sus estrategas,
Europa no ha cuidado sus fronteras y en su interior existen
riesgos traídos desde afuera; los que deben combatir con
una fuerte represión policial, que les garantice el “modo de
vida europeo”, creado a partir de la invasión y el saqueo
histórico de la Europa colonial sobre el Sur Global.

El nuevo sueño colonial
El mundo ya no es Euro céntrico. El mal llamado Viejo
Continente, no tiene bienes naturales propios que sustenten
su modo de vida, sufre una gran crisis económica, productiva
y demográfica y por tanto, depende de los recursos extraídos
del Sur Global; pero, aún cuenta con capacidad financiera,
cultural, desarrollo tecnológico y militar, que la mantienen
en la punta del denominado Norte Global.

Europa requiere recursos para subsistir y en el nuevo
reordenamiento mundial, esos recursos se encuentran en
los territorios de donde provienen los fantasmas que ven
como amenazas; por esto, sueñan con la desintegración de
Rusia y con volver a hundir sus garras sobre África.

A la protección tradicional de sus fronteras, con
encerramientos, muros, alambradas, patrullajes, boyas y
minas en el Mediterráneo, Europa buscar crear un ‘colchón
de seguridad’, en la franja estratégica del Magreb y el Sahel,
zonas en disputa geopolítica con gran cantidad de recursos
de todo tipo, minero-energéticos, alimenticios y fuente de
Tierras Raras necesarias para las nuevas tecnologías. Una
suerte de expoliación justificada en nombre de la defensa
europea, para apropiarse por la fuerza de los recursos que
requieren del norte de África, considerado como parte de su
espacio vital.

Esto no es nuevo, con anterioridad los europeos mantienen
planes de agresión, con el sostenimiento de los ejércitos
proxy en toda esa región. En zonas ya desestabilizadas
como Libia, Níger o Malí, esos grupos armados están siendo
instrumentalizados como herramientas para precipitar una
intervención directa; además, con las súper publicitadas
‘oleadas migratorias’, van generando el caldo de cultivo para
una “invasión preventiva” al norte africano, sin basamentos
legales, jurídicos o normativos, de un derecho internacional
que cada vez pisotean más.

Las añoranzas imperiales de la élite europea, y el lobby de más
de 12 grandes corporaciones de la industria militar-industrial,
saben que tienen una última oportunidad para recomponer el
otrora poderío del Viejo Mundo; a 80 años de su derrota frente
al ejército soviético, el fascismo busca liderar la creación de
tal oportunidad para sacar a flote el bloque europeo.

Los pueblos son los que pagan
La militarización europea la realizan en detrimento de los
gastos sociales, que han tenido que recortar todos los miembros
de la UE, para potenciar su maquinaria de guerra. Las últimas
imposiciones de Bruselas de aumento del PIB para el gasto militar
y el encarecimiento de los alimentos y los servicios, producto del
mal manejo y desacertadas políticas belicistas en apoyo a Ucrania,
están empobreciendo a su población. Las clases populares de esa
parte del mundo, acostumbradas a las subvenciones y a ciertos
privilegios del Estado de Bienestar, se han venido quedando
rezagadas con respecto al promedio de vida del Norte Global.

La izquierda europea poco acierta a generar propuestas ni
acciones en contra de convertir a Europa en un nuevo señor de la
guerra. La socialdemocracia y los Verdes otrora pacifistas y anti
imperialistas, ahora se suman a promover las medidas fascistas
asumidas por la UE.

Los pueblos de Europa tendrán que luchar para frenar estas
políticas belicistas o la barbarie sacudirá a ese continente y al
mundo entero, una vez más.