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Damaris Izaguirre

La pobreza y la desigualdad han campeado por Colombia,
promovidas por el viejo régimen para su beneficio; penuria
que detonó un Estallido Social espontáneo en 2021, que
demostró cómo la lucha popular es la única vía para lograr un
cambio estructural.

Décadas de una marcada desigualdad que empobrece
a millones, para que unos pocos sean beneficiados
con privilegios y grandes riquezas, aunado a una
política estatal que beneficia al régimen y sus
aliados mientras castiga al ciudadano de a pie con grandes
impuestos; fueron colmando los ánimos y gestaron una olla
de presión, que en 2021 con la imposición de una nefasta
reforma tributaria, que gravaba gran parte de la canasta
familiar, sacó a centenares de miles de gentes a protestar
a las calles y al ser atacados brutalmente por un régimen
que los declaró objetivo militar, su respuesta fue la unidad
de acción y lucha dando pie a un conato insurreccional, que
durante más de tres meses centró al país en la injusticia
social y la violencia de Estado; esta gesta titánica dio
origen al Estallido Social, que dejó planteado un Mandato
Popular y un norte claro, que implica la deposición de la
Doctrina de Seguridad Nacional y cambios socioeconómicos
estructurales, que mejoren la calidad de vida de Los Nadie y
de la Colombia profunda.

El Estallido Social de 2021 dejo más de 80 Crímenes de
Estado cometidos principalmente por la policía militarizada
del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), hoy conocido
como Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden (UDMO)
-que conserva en su ADN su esencia asesina y violenta-,
además la policía, las Fuerzas Militares (FFMM) y la colusión
del Estado con el paramilitarismo también tiñeron las calles
con ríos de sangre patriota. Todos estos mártires ofrendaron
su vida por lograr un cambio estructural, dentro de ellos
algunos casos se destacan por su impacto socio-político,
como Dylan Cruz -asesinado por el ESMAD meses antes del
Estallido Social-, Alison Liseth Salazar -quien se suicidó al
día siguiente de ser agredida sexualmente por las FFMM-

Santiago Andrés Murillo Meneses -asesinado a mansalva
por la policía después de participar en una marcha-, y desde
luego Lucas Villa -asesinado por paramilitares coludidos con
el Alcalde de Pereira-; como es costumbre en nuestro país,
todos estos crímenes de Estado están arropados por el manto
de la impunidad.

el seno del Gobierno y permite su remozamiento. Por si
fuera poco, este Gobierno realiza cambios cosméticos que
dan sensación de confort, pero deja todo como está.

El electo Gobierno progresista durante la campaña nos
‘vendió humo’, este Gobierno al igual que sus antecesores
replican la política de guerra y pacificación que impone el Tío
Sam, y jamás contemplará la transformación estructural de
las condiciones socioeconómicas que dan origen al conflicto
armado. En estos casi tres años de mandato, este Gobierno ha
replicado al pie de la letra los designios e imposiciones del
Tío Sam, por esta razón no solo sostiene, sino que perfecciona
la Doctrina de Seguridad, que cataloga a todo aquel que
proteste contra el régimen o tome posiciones autónomas
como un “terrorista”.

El Estallido Social de 2021 surgió del seno de Los Nadie, de los
oprimidos y los excluidos que se cansaron de la opresión y de
las falacias de los ‘vendedores de humo’, que se hacen llamar
políticos; esto desencadenó una movilización popular legítima
que exigía cambios estructurales, que no han sido ni serán
cumplidas por este Gobierno pro-Tío Sam; hoy más que nunca
el Gobierno del Cambio es ambivalente, difuso y dubitativo
para emprender las transformaciones estructurales que la
mayoría del país necesita. Es más que evidente que nuestro
país no es libre y mucho menos democrático, por lo tanto
es inaplazable una potente movilización popular que logre
la negada emancipación; la lucha popular por los cambios y
transformaciones más que ser vigente, es un derecho y un
deber de Los Nadie.