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Antonio García, Primer Comandante del ELN

Desde la tercera semana de enero no hay día en que Trump
no sea noticia ni motivo de diversos acontecimientos en su
país como en el mundo entero.

No es para menos, desde el mismo día que inició su
segundo mandato emitió órdenes ejecutivas que
afectan a unos y otros de sus conciudadanos, así
como a la comunidad internacional, en los planos
económico, político, militar, ambiental, salud, educación, y
otros aspectos.

Son medidas que muestran la dimensión de una
contrarrevolución, la más pretenciosa y agresiva a que
haya podido asistir la humanidad, que busca arriar derechos
de diverso carácter alcanzados por la humanidad, luego
de décadas de lucha e infinidad de víctimas, humanidad
luchando contra jornadas de trabajo de diez y más horas,
por contratos a término fijo, por seguridad social, salud,
educación, interrupción del embarazo, libre desarrollo de la
personalidad, y pare de contar.

Entre sus pretensiones regresivas está el derecho a la
protesta, con víctimas en primera instancia en los propios
Estados Unidos, entre estudiantes no oriundos de este país
y que denuncian el genocidio del que está siendo objeto el
pueblo palestino.

Las personas migrantes ilegales, por lo general empobrecidos
de unos y otros países y que aspiran a contar con un trabajo,
que les genere ingresos para enviar a sus familias en los
diferentes lugares de origen, son criminalizadas, perseguidas,
encarceladas y repatriadas en condiciones violatorias de
los más elementales derechos humanos. No contentos con
ello, los magnates y gobernantes con aire de emperadores
que rigen hoy la Casa Blanca, deciden enviar a cientos de
los apresados a sitios de castigo y venganza, más que de
encierro, en los que impera el terror, como Guantánamo y la
mega cárcel construida por el actual gobierno salvadoreño.

El derecho a la educación, sin censuras ni negación
del conocimiento como aprendizaje libre, deliberante,
cuestionador, también queda en el ojo de quienes consideran
que quienes piensen diferente a ellos son “terroristas” o

“indeseables izquierdistas”. Y como en tiempos que se creían
superados, se impone la negativa a poder consultar libros
portadores de ideas, que no comparten los Torquemada del
siglo XXI.

En este plano de retroceso social también entran los
derechos de quienes se reivindican Lgtbiq+, en particular
aquellas personas que se reivindican transgénero, derecho
sociocultural negado bajo el argumento biológico de reconocer
solo la existencia de dos sexos, olvidando el carácter cultural
de la diversidad de género.

Su ofensiva persigue el derecho a la interrupción del
embarazo, y también reactiva la pena de muerte en diversos
estados de su nación federada, en especial para migrantes
inculpados por el asesinato de un policía o de agentes del
servicio judicial.

Son realidades que van aparejadas a las agendas que motivan
el fortalecimiento, en este plano, de agendas como las que
encabeza la alianza Brics, o las que saldrán de la cumbre
COP30 a realizarse en territorio brasileño el próximo
noviembre

En el plano de las resistencias, aunque ya no animadas
ni circunscritas al repudio suscitado por la agresiva y
reaccionaria agenda trumpista, resalta el rechazo a mega
obras que irrespetan los derecho de los pueblos indígenas,
que invaden sus tierras o implican su arrinconamiento,
como resaltó en Chile el pasado 20 de abril al ser incineradas
47 camionetas y cinco retroexcavadoras en rechazo a la
construcción de una hidroeléctrica en la región de Biobío, a
la que se oponen pueblos originarios de este país.

Es una acción que nos permite resaltar la existencia de
pueblos que pese a la ofensiva ideológica, política y mediática
en marcha, no renuncian a su derecho a ser y existir según
sus creencias y legado milenario.

Reacciones políticas y resistencias sociales como las
acá resaltadas, que permiten concluir que pese a la
contrarrevolución en marcha, con su componente cultural
aquí no abordado, se atisban luces que indican que no todo
está perdido y que la contrarrevolución puesta en marcha, de
manera más evidente por el bloque de poder que representa
Trump, aún tiene muchas barricadas por superar. Como
también las tiene el colonialismo que trata de revivir oculto
tras las más variadas medidas comerciales, económicas,
industriales, militares y mucho más.