
Comando Central (COCE)
Esta es una contradicción que puede suponer el fin de
la diplomacia, la resolución de conflictos y el derecho
internacional. Que se promue en el mundo como imposición
bajo el cínico impulso de la pérdida de los valores y
principios fundamentales.
P acta sunt servanda’ es una voz latina que significa:
los pactos deben cumplirse o los pactos son para
cumplirse. Es tal vez el primer principio básico del
derecho y la política misma, puesto que da cuenta de
la Buena Fe en la construcción de acuerdos. Para el caso de
negociaciones y resolución de conflictos, es absolutamente
fundamental, base imprescindible de cualquier escenario de
diálogo serio, que pretenda realmente resolver un conflicto.
Este principio, tan básico y fundamental, viene siendo
vulnerado y violentado de manera sistemática y global,
contraponiendo una lógica de la mentira, el chantaje y la
perfidia, bajo la imposición de escenarios de supremacismo
y belicismo a ultranza, para imponer una Pax, al mejor estilo
de tiempos del imperio romano.
El caso más bochornoso sigue ocurriendo en Palestina, donde
Trump promovió un supuesto acuerdo para resolver el
conflicto, iniciando con un cese al fuego y el intercambio de
los retenidos israelíes y los prisioneros de guerra palestinos.
Pero dicho acuerdo solo es un chantaje y una nueva burla al
pueblo palestino, con el que se pretende la conversión de Gaza
en una especie de virreinato administrado por extranjeros,
sin participación de la Resistencia palestina. La prueba
es que puesto en marcha el supuesto acuerdo y el cese al
fuego, Israel no ha parado de bombardear, no ha permitido la
entrada de toda la ayuda humanitaria, no permite la entrada
de prensa internacional y continúa ametrallando refugios.
Esa realidad continúa, mientras el pseudo emperador del
imperio yankee crea escenarios para humillar públicamente
a sus lacayos de turno, autoproclamarse como pacificador y
reclamar vivas para sí.
Ahora bien, si algo puede ser aún peor, es que gobiernos que
se dicen de corte popular, recreen o asuman comportamientos
similares. Guardando kilométricas distancias y en un plano
nacional, pretender lograr la Paz en Colombia utilizando
la misma vieja y fracasada estrategia de la pacificación, es
seguir asumiendo las órdenes de Washington y es mentir
frente a una real voluntad de superar el largo ciclo de
violencia.
Violentar los principios básicos de la Buena Fe y el
cumplimiento de los acuerdos, es la vulneración de la
posibilidad de una verdadera paz. Peor aún, no reconocer
los errores y no buscar la manera de enmendarlos, por el
contrario, continuar con discursos irracionales en los que
se niega el conflicto y se trata de negar el carácter de la
contraparte, esto se asemeja más a esa lógica perversa que
se difunde desde el imperio y que los pueblos del mundo hoy
rechazan. Continuar con esas prácticas alejan los escenarios
de diálogo constructivos y vinculantes, donde las mayorías
asuman el protagonismo en la resolución de los problemas
profundos que generan el conflicto.
Así las cosas, si no existen elementos demostrativos de una
mirada diferente y genuina frente a la construcción de Paz
y el cumplimiento de acuerdos, sino que, por el contrario,
prosigue la visión genocida del régimen dominante, de
perseguir al Enemigo Interno y anular al ELN; así, seguirán
presentándose escenarios de confrontación de narrativas,
seguramente en medio del guerrerismo, que acompaña a los
auspiciadores de la pacificación.
Esa lógica que pretende imponer que los pueblos y rebeldes
renuncien al legítimo derecho a la rebelión, la resistencia
y la defensa, para que se desarmen a cambio de promesas
y perfidias, no es la que construye Paz, y siempre que
pretenda implantarse encontrará resistencia. De hecho,
tantos años de mentiras e incumplimientos han germinado
una experiencia y una conciencia en la clase popular, que
legitima y prepara escenarios de explosión rebelde.
La solución política a los conflictos es el camino, este debe
asumirse con la altura y seriedad que implica cumplir lo que
se acuerda, principio y base para hacer posibles escenarios
de diálogo, dejando de lado la nefasta idea de la pacificación.