
Chavela Villamil
El declive de nuestro producto interno aunado a un gran déficit
de Gasto Social, nos obliga a ser esclavos de los empréstitos
extranjeros; lo que desencadena que el gobierno deba asumir
nueva deuda, para cubrir parte de la vieja deuda con bancos
extranjeros.
Durante décadas el modelo capitalista ha venido
experimentando una crisis que ha contraído
paulatinamente la economía global, lo que ha
conllevado la desaceleración de la economía mundial,
afectando la sostenibilidad fiscal de los países sin importar, si
son industrializados o no, obligando a muchos de ellos glosar
[adquirir nueva Deuda, para pagar la vieja Deuda] este pasivo
e incrementar cuantiosamente su déficit en Cuenta Corriente
(Deuda Externa -DE-).
Según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas
en inglés), el déficit de cuenta corriente global durante el año
anterior superó los 315 billones de dólares, este aumento se debe
en parte al incremento de la deuda en las economías emergentes,
que agregaron 103,7 billones a su pasivo total; además, los activos
de deuda privada a nivel mundial también alcanzaron un máximo
histórico de 1,19 billones. Por tanto, la deuda pública también
experimentó un repunte significativo en 2024, alcanzando un
51,4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en algunos
países [*].
En el caso colombiano, el declive de nuestro Producto Interno
Bruto (PIB), el déficit negativo de la balanza comercial y el
creciente déficit fiscal, nos ha obligado a depender de los
empréstitos extranjeros y constantemente glosar la Cuenta
Corriente, aunque esto solo ha tenido efectos paliativos,
concentrados exclusivamente en incrementar el Gasto
Corriente (burocracia, guerra, pago de DE), y que por tanto
que no resuelven ni un ápice del déficit de Gasto Social, lo que
ha desembocado en el incremento de la pobreza (monetaria y
multidimensional).
La deuda continúa creciendo
Recientemente el Banco de la República reveló los datos del
déficit de Cuenta Corriente a corte del primer trimestre de este
año; el monto total de este pasivo llegó al margen histórico de
203.285,4 millones de dólares, que representa el 48,1 por ciento
del PIB; las cifras históricas sobre el comportamiento de la Deuda
revelan una tendencia creciente y sostenida desde el 2011, en
este mismo contexto, este pasivo superó el techo de los doscientos
mil millones de dólares en octubre del año anterior y, con los
reportes del primer trimestre de este año, el registro consolida
una trayectoria ascendente.
Según los datos del Banco de la República, en el último año
el déficit de Cuenta Corriente se ha incrementado en 7.005
millones de dólares y, en lo corrido de este año el incremento
ha sido de 1.521 millones de dólares, lo que marca una
tendencia de un sostenido incremento, que genera un marcado
déficit en el PIB y además amplia cuantiosamente el creciente
déficit fiscal; lo que nos está llevando a máximos históricos el
margen de endeudamiento, según la Regla Fiscal de Mediano
Plazo es de 72,3 por ciento y actualmente a asciende 70,85 por
ciento, dejando un ínfimo margen de endeudamiento de 1,45
por ciento, lo que deja el erario en rojo y con un alto riesgo de
recesión económica.
Nuevos paradigmas económicos y financieros
En el contexto actual el Gobierno está obligado en primera medida
a decretar un periodo de austeridad estatal que suprima gastos
onerosos e innecesarios y disminuir el Gasto Corriente; además,
es inaplazable romper la lógica anti financiera de priorizar y
aumentar anualmente el pago de una DE, a la que solo se logra
amortizar los intereses, pero no se cubre la deuda de capital; por
ende, lo financieramente aceptable sería renegociar el pago y de
esta manera aliviar la carga de este sobre el PIB, así se podría
mejorar el desarrollo productivo y la capacidad de pago; en
un escenario menos favorable se debería optar por congelar el
presupuesto destinado a este pasivo o reducir el monto destinado
al pago del mismo.
Nuestra política económica centra sus esfuerzos es sostener el
pago continuado de los intereses de la DE, que además de ser
onerosa es constantemente glosada, convirtiéndola en un pasivo
incremental al que mes a mes aumenta su valor y los pagos
realizados solo sirven para amortizar los intereses, pero la deuda
de capital continúa intacta; lo que convierte a este pasivo en un
círculo vicioso, que asfixia el PIB e imposibilita pagar la Deuda
Social.
Dar solución a la crisis económica del país implica congelar los
montos destinados a la DE y en el mediano plazo renegociar
este pasivo; además, la política estatal debe desarrollar un plan
estricto de austeridad fiscal, que desde luego debe contemplar la
disminución de la carga burocrática y decrecer el Gasto Corriente.
La reactivación económica solo es posible incrementando el
flujo de capital líquido y mejorando el poder adquisitivo per
cápita, lo que tiene implícito dar solución al desempleo, a la
vez que se desarrolla un plan de formalización del empleo;
además, es necesario incrementar la tributación de las grandes
empresas y de los grandes capitales, generando una política
redistributiva, que invierta este dinero en planes integrales
de desarrollo.