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Damaris Izaguirre

El mundo sufre un revolcón comercial, por cuenta de los
aranceles impuestos por Trump 2.0. Medidas que para algunos
son divagaciones de un loco, mientras otros las clasifican
como una estrategia para intentar el remozamiento de un
imperio decadente.

E sta semana entró en vigor la segunda tanda de aranceles
que impuso Trump a diversos países, en esta ocasión
Colombia fue incluido en la lista y le adjudicaron un 10
por ciento adicional al arancel existente; lo que afecta
en sí mismo a todo nuestro mercado interno, por nuestra
dependencia de materias primas importadas y que consumimos
en gran medida productos importados, desde luego esto afecta
con mayor fuerza a la población excluida y empobrecida.

Las medidas impuestas por Trump pero avaladas por el Tío Sam,
dejan claro que en el caso de nuestro país, los términos del
TLC solo deben ser respetados cuando nosotros somos los que
queremos modificar las tarifas de los aranceles o los productos
gravados, pero cuando se trata de los EEUU, ellos pueden mover
todo a su antojo y hacer un acuerdo desigual aún más desventajoso
para nuestra economía. Estos cambios en los aranceles causan
efectos directos sobre la economía de las familias, en especial las
más vulnerables; así que como siempre los de abajo son los más
afectados -’al caído caerle’-, esto pone en combate directo a Los
Nadie contra el Tío Sam y las medidas de bestia furiosa.

La posesión de Trump en la Presidencia de EEUU y sus medidas
arancelarias, en sí misma no representa mayores cambios en
la política imperial del Tío Sam; no es Trump quien determina
la política imperial de EEUU, su llegada representa una
intensificación del intervencionismo y el injerencismo del
Tío Sam, pero no modifica en lo más mínimo la estrategia de
reposicionar un imperio en decadencia. Desde que los EEUU
asumieron el rol como imperio hegemónico han traído la
desgracia y la miseria a los pueblos que resisten su dominio, es
algo que no cambiará sin importar quién asuma la presidencia,
porque el rol de EEUU no está determinado por los Gobiernos
sino por un régimen global, que impone y determina un tal
‘orden basado en reglas’, puestas al servicio de sus intereses
imperialistas. EEUU es el máximo representante del terrorismo
en la era moderna, y está en manos de la lucha popular quitarle
su careta y acabar con sus planes imperialistas.