
Anaís Serrano
En los últimos meses, las CMPs registran fuertes
actividades de contratación que vincula a empresas
y contratantes de diversas partes del mundo;
negocio que vincula directamente a estructuras del
narcotráfico, paramilitares y de apoyo a las fuerzas de la
OTAN.
Traficantes de chacales
Los militares colombianos, con la experiencia de un conflicto
armado de más de seis décadas, son ahora una mercancía
que se disputan al mejor postor, organizaciones criminales
y compañías militares para servir en ejércitos proxys en
todo el mundo.
Entre las empresas más conocidas de contratistas militares
(fuerzas proxys) sigue siendo la Academi (Blackwater) la
principal entrenadora y distribuidora de mercenarios en
diferentes partes del mundo, sirviendo como enlace a otras
compañías más locales, como la A4SI, empresa colombiana
liderada por el excoronel del Ejército Álvaro Quijano, quien
se encarga de reclutar en el territorio a militares y policías,
tanto activos como retirados en el país, que a su vez contrata
también con la empresa Global Security Services Group
(GSSG) la cual tiene su oficina principal en Emiratos Árabes
Unidos.
Otras estructuras, desde la ilegalidad, también reclutan
mercenarios para servir directamente a los negocios ilícitos,
tal es el caso de los Carteles mexicanos, que han ofrecido un
jugoso mercado de reclutamiento en Colombia, para cuidar
a salida de la droga en diferentes puertos del Pacífico de
Suramérica.
Puntos de ferias y mercados
Si bien, los mercenarios han servido en muchos países, en el
último año, los puntos de interés para que sirvan como carne
de cañón, se concentran actualmente en tres territorios.
Sudán. Desde 2024, centenares de mercenarios colombianos
fueron enviados a Sudán para apoyar a las Fuerzas de Apoyo
Rápido (FAR), un grupo paramilitar, devenido en ejército
proxy, que ha generado una gran crisis humanitaria en ese
país y que es utilizado por Occidente y fortalecido desde
los Emiratos Árabes Unidos, para desestabilizar la región y
apropiarse de los recursos (primordialmente oro), atacando a
los países vecinos incluyendo a Yemen. Allí, los mercenarios
colombianos se agrupan en un batallón denominado «Desert
Wolves” o «Lobos del Desierto».
México. El fortalecimiento de los Carteles mexicanos
en el control de las rutas del narcotráfico en territorio
colombiano y su vinculación directa con el paramilitarismo
en todas sus vertientes, ha facilitado en los últimos años, el
reclutamiento masivo de mercenarios para que operen en
el norte de México, en donde se libran violentas luchas por
la disputa de los mercados de la droga hacia Estados Unidos.
Ucrania. Si bien, desde que comenzó la Operación Militar
Especial (OME) de Rusia sobre los territorios del Dombas,
se ha evidenciado la presencia de mercenarios en la llamada
Legión Extranjera, entre los que se encuentran cientos de
colombianos. Tras la grave crisis de personal profesional en
el ejército ucraniano, los importantes golpes asestados por
Rusia y la evasión de sus ciudadanos en edad para combatir,
Kiev ha ampliado la incorporación de mercenarios con
promesas de importantes pagos.
Los señores de la guerra mercenaria
En febrero de este año, un importante grupo de colombianos
reclutados fue enviado a Kursk, región rusa que hasta ese
momento se mantenía ocupada por tropas ucranianas. Fueron
trasladados en su primera misión cerca de Nikolayevo-
Darino para reforzar al Tercer Batallón de la 21 Brigada
mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania. La ofensiva
rusa, para recuperar la región, destruyó casi por completo
esa Brigada.
La mayoría de los colombianos murieron en la primera semana,
otros lograron resistir un poco más, sin abastecimiento
ni munición. Solo queda constancia de un sobreviviente
gravemente herido. En días pasados apareció en internet el
nombre de varios de los que allí murieron. Sus cuerpos se
encuentran en Rusia, en espera de ser entregados.
En las últimas semanas, se ha denunciado el aumento de
este reclutamiento. Su vinculación efectiva se hace en la
Legión Extranjera, así como en la Brigada 3 de asalto, la
Brigada 47 mecanizada, Brigada 93 mecanizada, y Brigada
59 Motorizada, principalmente. Esta semana también
apareció públicamente la recién formada Compañía de Asalto
Colombiana R.U.G. (grupo de reconocimiento y ataque) de la
Brigada 47 mecanizada ucraniana.
Ya los medios rusos han publicado su intención de atacar
como prioridad esas nuevas concentraciones de mercenarios,
pues desde que comenzó la OME de Rusia, ha realizado
advertencias públicas a esas tropas extranjeras.
Viene la implosión
La sociedad colombiana ha visto como cada vez se hace más
evidente el desgaste del cuerpo de mercenarios, tanto en
su participación, como por el nivel de muertos, heridos
y desaparecidos que han tenido, en unas guerras que son
diferentes al conflicto colombiano; en donde su experiencia
se basa en adelantar una guerra irregular en contra de la
insurgencia, pero, sobre todo, en acosar, torturar y asesinar
al pueblo desarmado, líderes y lideresas sociales, para
mantener asolados campos y ciudades. La gran diferencia
es que ahora se enfrentan a fuerzas con mayor capacidad de
fuego y alta tecnología, donde su experiencia como expertos
violadores de derechos humanos al servicio del imperialismo,
parece no ser tan útil como pensaban.
Ahora han aparecido cientos de denuncias sobre el negocio
que representa para militares y exmilitares colombianos su
relación con las CMP internacionales. También las quejas
sobre el abandono y el incumplimiento de los pagos a los que
son heridos o caen en las filas ucranianas, son noticia en los
informativos del mundo y en las redes sociales.
Los familiares de mercenarios, a quienes no cobija el Derecho
Internacional Humanitario al no considerarlos combatientes
legítimos, han comenzado a movilizarse. Exigen al Estado
colombiano el retorno de sus hijos, vivos o muertos, pero
también han tratado de visibilizar estas realidades y frenar
la venta de colombianos para los ejércitos proxys del imperio
dominante.
La presencia de mercenarios colombianos y de otras
nacionalidades en los conflictos armados, ha añadido un
componente internacional a los mismos, que complica más
las posibilidades de resolución.
Mientras la doctrina militar impuesta en nuestro país,
garantiza su subordinación al imperialismo -por ser el único
país de Nuestra América que es socio global de la OTAN-, este
ha consolidado a Colombia como proveedor de seres humanos
para sus guerras