
Damaris Izaguirre
Por fin se está viendo la verdadera separación de poderes,
un Ejecutivo que promueve unas tímidas reformas, contra los
poderes legislativo y judicial, que en su condición de soportes
del régimen, se oponen a cualquier mínima reforma. Es hora
de darle el poder al pueblo.
Es claro que el actual Gobierno no es de izquierda y que
mucho menos generará cambios estructurales en el
modelo político, económico y Doctrina de Seguridad,
que permitan la construcción de una sociedad
equitativa donde quepamos todos, y que los privilegios de
unos pocos no se funden en la miseria de millones. En honor
a la verdad, este Gobierno progresista ha intentado hacer
algunas transformaciones cosméticas que traerían mínimos
beneficios a la población, que para Los Nadie serían pequeños
avances, sin embargo, el régimen a través de sus súbditos
en las diferentes esferas del poder ha impedido de todas las
formas posibles el más mínimo cambio.
Los hechos recientes donde queda manifiesta la oposición del
régimen y sus instituciones, dejan aún más claro que todas
las ramas del poder son instrumentales al régimen, pero en
especial la rama legislativa, que utiliza cada cuatrienio a
los colombinos más humildes para convencerlos de que los
perpetúen en el poder, que de esa forma ellos generarían
cambios provechosos para la sociedad, cuando en realidad
la gran mayoría de congresistas se mueven por intereses
personales -lucro- y estos están al servicio de los intereses
del régimen y el Tío Sam
Las reacciones del Congreso al revivir la Reforma laboral que
había hundido, no es más que una estratagema, que deja en
evidencia la perversidad del sistema político y colombiano,
lo que reafirma la vigencia de las palabras del Padre Camilo
cuando dijo que: -‘El pueblo sabe que las vías legales están
agotadas (…) El pueblo está desesperado y resuelto a jugarse
la vida para que la próxima generación de colombianos no
sea de esclavos (…)’-.
Los anuncios de Consulta Popular, Cabildo Abierto y
Huelga General, emanan un ambiente con aroma a conato
insurreccional, muy similar al que se respiraba en abril del
2021, cuando intentaron grabar la canasta familiar y dieron
origen al Estallido Social. Ambiente que no es bien visto por
el régimen y la historia ha demostrado cómo reacciona ante
el alzamiento popular, pues el régimen hará lo posible -legal
o ilegal, incluso hasta violento-, para impedir cualquier
cambio por básico o placebo que este sea, lo cual nos deja
como única opción la unidad popular y la lucha de clase, para
defender los intereses de clase del proletariado y mejorar la
calidad de vida de Los Nadie y la Colombia profunda.
Ante los abusos del régimen y la traición del Congreso al
pueblo, al ir en contra de su deber ser, que no es otro que
gestar leyes y condiciones favorables a las necesidades
insatisfechas de toda la población, en especial los círculos
de bajos recursos y los cordones de miseria, sin embargo,
los Congresistas continúan empeñados en favorecer a sus
patrocinadores, el oligopolio que no está dispuesto a conceder
nada que haga tan siquiera vibrar el statu quo. Esto le da
toda la vigencia y relevancia a la lucha popular organizada,
como lo dijo Molotov: -‘hay que arrancar el problema de raíz,
y cambiar al gobierno de nuestro país (…) ¿por qué estar
siguiendo a una bola de pendejos? Que nos llevan por donde
les conviene y es nuestro sudor lo que los mantiene (…)’-.
Estamos ante un nuevo hito, un segundo aire revolucionario,
que no se puede desaprovechar, las transformaciones
estructurales que Colombia necesita no se pueden dejar a
la deriva, son mandatos populares que deben cumplirse y
ello implica la defensa popular y la movilización masiva;
por lo tanto, la unidad popular y la lucha determinada de
los excluidos debe cualificarse y proseguir, porque solo
de manos de la lucha popular vendrán los cambios y las
transformaciones de fondo, que durante décadas le han sido
negadas a Los Nadie, no olvidemos, ‘que solo el pueblo salva
el pueblo’.