
Amalia Santana
Varios hechos de criminalidad superlativa sucedieron
esta última semana y hacen pensar en una continuación
e incremento de su barbarie. A la luz de las advertencias
del marxista italiano, Antonio Gramsci, sabíamos de los
‘fenómenos morbosos’ o la ‘aparición de monstruos’ en el
interregno entre el viejo mundo decadente y el nacimiento
de uno nuevo.
Hace una semana, ante el casi unánime rechazo
contra el genocidio y las criminales intenciones de
Israel y Estados Unidos contra el pueblo palestino,
al presidente Trump se le ocurrió presentar una
supuesta propuesta de Plan para el fin del conflicto en Gaza.
El genocida sionista, Netanyahu, aceptó de inmediato. Era
obvio, la propuesta es básicamente un plan para la anexión
y control de Palestina a manos de Estados Unidos e Israel.
No contentos con la farsa del supuesto Plan de 20 puntos para
Gaza. Plantearon el inicio de un alto al fuego y el repliegue
de una parte de las tropas israelíes, lo que en realidad es un
chantaje contra un pueblo que está siendo obligado a morir
de hambre. Pero no contentos con ello, no desaprovecharon
hasta los últimos minutos para seguir masacrando palestinos,
mientras hablaban del inicio de dicho cese y se creaba la
expectativa del debate de la propuesta gringa, en Gaza
seguían cayendo bombas y matando a la población desarmada
y con hambre.
Una completa barbaridad que los medios poco difundieron,
porque estaban enfocados en el nombramiento del premio
Nobel de la Paz, que daban por sentado, sería para el criminal
presidente de EEUU, Donald Trump.
El pueblo palestino tiene claro que los 20 puntos de Trump
no son un acuerdo, ni son para el fin del conflicto, ni les
trae beneficio alguno; en sus primeras reacciones dejaron
claro que cualquier idea de diálogo es sobre la base de las
autoridades palestinas y sus actores, no con invasores
extranjeros e intereses imperialistas y del sionismo.
La respuesta de los pueblos del mundo empieza a
manifestarse cada vez con más fuerza, ante el silencio
cómplice y la incapacidad de los organismos e instituciones
internacionales, los pueblos del mundo se lanzan a las calles
y cada día incrementarán sus acciones de solidaridad con
Palestina.
De igual manera, con el ilegítimo y descreído, premio
Nobel. Ahora utilizan el nombre de la Paz, para remarcar
e incrementar una narrativa falsa contra Nuestra América
y, en particular, contra Venezuela. Este es otro de los actos
propios de la barbaridad monstruosa del interregno: pasar
por encima de todo, manipular lo que sea necesario para
instalar y construir un nuevo escenario de guerra, con
el único fin del saqueo de los recursos naturales, como el
petróleo.
Habrá quienes compren las narrativas falsas del imperio
y desde luego las seguirán intentando implantar, pero las
mayorías populares hace rato conocen la realidad y toman
decisiones de resistencia, combate y dignidad.
Si bien, desde hace muchos años ese Nobel de Paz es el premio
a la obediencia frente a los intereses de la OTAN. Utilizarlo
ahora para revivir e intentar potenciar una invasión a
un pueblo como el venezolano, es de los actos de cinismo
desesperado más grandes. No hay ninguna vergüenza,
solo expresiones del fascismo intentando instalarse por
cualquier medio. Solo les quedaba utilizar el nombre de la
paz y el remoquete del premio noruego, esto es, la OTAN.
Bien podrían en Noruega terminar la payasada de llamar
Nobel de Paz, a lo que en realidad es el Premio OTAN de la
guerra.