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Amalia Santana

El ELN ha recibido durante todo este Gobierno, pero
especialmente durante los últimos meses, una arremetida por
parte de sectores de la izquierda y del llamado progresismo
en Colombia.

“ Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto
sus causas, analizar la situación que los ha engendrado
y discutir atentamente los medios de corregirlos: eso es
lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el
cumplimiento de sus deberes…” Lenin.

Al cerco mediático y al ensañamiento de la derecha y de
los medios corporativos de comunicación ya estábamos
acostumbradas. Empero, no deja de ser un fenómeno
novedoso la manera en la que este gobierno y sus seguidores
repiten el decálogo de señalamientos y estigmatizaciones
de la doctrina contrainsurgente: que somos mafiosas y
narcotraficantes, que hemos perdido nuestro horizonte
político de transformación, que debemos ser destruidas
militarmente y derrotadas políticamente.

Sabemos que, ante las dificultades que atraviesa el actual
gobierno, corroído por la politiquería, la ineficiencia y la
corrupción; lo más fácil es acudir a la desgastada doctrina
del Enemigo Interno. Exponer en cada discurso y publicación
de X al ELN como antagonista del gobierno, no es más que un
distractor para evitar que todos y todas veamos ‘el elefante
en la habitación’.

Sin embargo, el ELN ha dicho que todos y todas debemos
cambiar, si queremos que Colombia cambie. Sabemos que
este compromiso nos convoca ineludiblemente. El ELN
mantiene una revisión constante de su quehacer insurgente,
expresada, en las conclusiones de su VI Congreso. Somos
conscientes de la responsabilidad que tenemos como
organización revolucionaria con más de 60 años de lucha,

del reto de ser capaces de construir una alianza social y
política y un acuerdo nacional, por las transformaciones que
Colombia necesita para superar la guerra. Somos conscientes
de lo que nos falta en este camino, reconocemos nuestras
debilidades e históricamente hemos reconocido también
nuestros errores.

Lo hacemos conscientes del principio leninista de la
autocrítica, que nos implica juzgarnos a nosotras mismas
con seriedad y contundencia; e incluso, ser despiadadas en
el reconocimiento de nuestras deficiencias, como actitud
necesaria para superar y enmendar las dificultades. Con
este espíritu atendemos las críticas que se nos hacen con
buena fe, desde diversos sectores de la sociedad.

Con humildad reconocemos que no podemos hablar en nombre
de todo el pueblo colombiano, que no somos la única voz de
la sociedad empobrecida. Por eso convocamos a la sociedad
a ser protagonista directa de la construcción de la paz y las
transformaciones.

Invitamos a que con esta misma intención pudiéramos
revisar las grandes equivocaciones de este gobierno.
Podrán algunos seguir usando al ELN como excusa, pero la
realidad se vuelve insostenible. A un año de finalizar el
mandato de este gobierno elegido por mayorías populares,
empobrecidas y trabajadoras, invitamos a que con seriedad
nos cuestionemos lo hecho.

Durante el primer año, la sociedad empobrecida podía saber
y entender que se enfrentaba a un régimen anquilosado,
sin ninguna disposición a permitir cambios ni reformas. Un
año después de esto, todos y todas vimos como hacían aguas
las alianzas con sectores de la derecha y de la clase política
tradicional, dedicados a impedir los cambios y las reformas
desde adentro. Lo que tenemos ahora es mucho más complejo.
La corrupción y la politiquería han corroído la entraña del
proyecto del progresismo; vemos como se consolida ante el
hambre de las mayorías, un funcionariado de élite acomodado
en cargos y contratos, mientras se le dice a la gente que no
hay presupuesto para implementar el plan prometido en la
campaña electoral.

Vemos como no llegan los recursos a las regiones, cómo
no avanza la construcción de las universidades públicas,
cómo no les pagan el sueldo a los contratistas del programa
bandera “jóvenes en paz”, cómo se incumplen los acuerdos
con el movimiento social y naufraga la política de paz total.
Con toda franqueza la preguntamos a las defensoras y
defensores de este proyecto político ¿solamente se equivoca
el ELN? ¿solamente somos víctimas de la virulencia de la
derecha opositora?

Reciban de nuestra parte una invitación sincera a volver
juntos y juntas a Lenin. Seguro, una vez examinados y
examinadas con total honestidad y humildad nuestros
desaciertos, estaremos más cerca de unir voluntades y
acciones sinceras para derrotar a los verdaderos enemigos
del pueblo y transformar de una vez por todas la historia de
violencia y exclusión de Colombia.