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Karina Pacheco

En la jungla de cemento abunda el empobrecimiento,
la exclusión, y escasean las oportunidades de trabajo y
educación; incluso, terminar una carrera universitaria no es
sinónimo de tener empleo y futuro asegurado.

En la jungla de cemento unos nacen con el cargo de
gerente y heredan grandes fortunas, pero millones
nacen como ‘niño Dios de pesebre’, sin nada y con todo
en contra; esta es la historia de millones que por ser
parte de Los Nadie, tienen que luchar todos los días contra el
empobrecimiento y el hambre, y lo que es peor, el horizonte no
les avizora oportunidades que les permitan forjar un futuro
sólido, donde comer tres veces al día no sea considerado un
lujo.

Angélica toda su vida ha tenido el sistema en contra, pero se esforzó
para combatir la exclusión y en ese proceso logró terminar una
carrera profesional en una universidad pública; sin embargo, esto
no es suficiente para un sistema excluyente, ya que lleva más de
un año enviando hojas de vida, sin lograr conseguir un trabajo en
su profesión. Tras muchos rechazos laborales y trabajos de medio
tiempo o al destajo, donde no conseguía ni para los gastos básicos,
optó por utilizar sus conocimientos y darle rienda suelta a un
emprendimiento de yogurt casero.

Todos los días, Angélica se levanta temprano y sale a conseguir
frutas de buena calidad y económicas, al igual que leche entera de
cantina, luego llega muy juiciosa a su morada para procesarlas y
crear deliciosos yogures de fresa, mango, mora, café y guanábana,
que los envasa en botellas de litro y 300 cc. Junto a su hermanita
de tan solo 10 años, salen a ofrecerlos puerta a puerta por los
barrios vecinos, también se van a las estaciones del ‘Transmi’ a
vender sus productos.

Angélica no tuvo más alternativa que emprender con sus
yogures, pero claro es algo que carece de permisos y certificados,
no porque no sea un producto de calidad, sino porque aquí “los
registros alimenticios y los préstamos bancarios solo se los
otorgan a los ricos”, por eso ni siquiera ha intentado conseguir
registro de su producto, que tiene buena aceptación y lo vende
bien. El emprendimiento de Angélica quizás no trascienda y
se transforme en una gran empresa -por las cortapisas del
sistema-, pero le permite solventar las necesidades y sufragar
los gastos básicos.