Comando Central (ELN)
La seccional de Amnistía Internacional de Estados
Unidos, hace un cuarto de siglo lo dijo claro: EEUU creó
una alianza criminal para eliminar a Pablo Escobar en
1993, que ensangrentó a Colombia en los años siguientes.

Ahora, que el coronel Aguilar confiesa ante la Jurisdicción
Especial para la Paz (JEP), reaparece el contubernio entre
EEUU, el Estado colombiano y las mafias, que les permitió
‘sacar del medio’ al capo, en una operación que juntó a
los carteles pequeños para convertirlos en grandes, experticia de
la potencia del norte, consistente en reproducir los carteles de la
cocaína, para así poder justificar su Guerra contra las drogas (WOD,
por sus siglas en inglés).

De esta alianza salieron crecidos el clan de
los Castaño Gil, para fundar las Autodefensas Unidas de Colombia
(AUC), matarifes del narcoparamilitarismo con que sofocaron
‘a sangre y fuego’ las regiones y agrupaciones de izquierda, en
cumplimiento de la parte secreta del denominado Plan Colombia,
desarrollado para exterminar a la insurgencia revolucionaria.

Antes, Pablo Escobar fue doblemente aliado de EEUU, cuando
proveyó la cocaína con que la CIA financió a la contra nicaragüense
entre 1985-1986, en lo que se conoce como el Escándalo Iran-
Contra o Irangate, y además en estos mismos años sus escuadrones
mafiosos se convirtieron en uno de los brazos que ejecutaron el
Genocidio del partido de izquierda Unión Patriótica, por encargo
de EEUU y las clases dominantes colombianas. El capo cayó en
desgracia por sus ambiciones de poder, lo que los llevó a crear la
alianza de los denominados Pepes, entre EEUU, el Estado presidido
por la presidencia de Cesar Gaviria (1990-1994) y los carteles rivales
de Escobar, destinada a eliminar al ‘capo de todos los capos’. Así
deshicieron una vieja alianza y crearon una nueva, que usaron para
el siguiente Genocidio político (1994-2008), acabada en mayo de
2008 cuando extraditaron hacia EEUU, a los 12 capos que habían
fortalecido con la ejecución de Escobar.

Desde entonces, el narcorrégimen continúa dominando al país,
camuflado en partidos en los que se ha enquistado, con los que
manipula los poderes estatales y amplias instituciones de la
sociedad, en las que impera la ley del ‘todo vale’, así persiguen y
eliminan a quienes se oponen al salvaje capitalismo depredador de la
Madre Tierra y explotador de la gente. Derribar este narcorrégimen
demanda la presión de las mayorías, porque ‘solo el pueblo, salva al
pueblo’.