AUMENTAR SALARIOS
NO INCREMENTA LA INFLACIÓN

Claudia Julieta Parra
La constante y creciente desaceleración que sufre
nuestra economía incrementa las discusiones para
fijar el incremento salarial anual, en las cuales los
empresarios y defensores del trickle-down [*] esgrimen
que incrementar el salario mínimo es inflacionario, ¿qué
tan real es esta afirmación?

Es innegable la desaceleración que sufre nuestra economía, el
fuerte impacto que la inflación y las altas tasas de interés ejercen
sobre el costo de vida, lo que desencadena la pérdida de poder
adquisitivo per cápita, que ha contraído los mercados por acción
de una caída abrupta de la demanda.

Este contexto económico impacta la discusión del incremento del salario
mínimo, además el próximo año abrirá con aumentos en el precio de
los peajes y el diesel, incrementos que los productores transfieren al
costo final de los productos, que empeora la difícil situación económica
de los hogares colombianos.

El director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, afirma que: “no cabe
duda que parte de la dinámica de la inflación en el último año tiene
que ver con que el aumento del salario mínimo, que estuvo muy por
encima de la inflación de 2022. Por lo tanto, el aumento del salario
mínimo no debe ser superior a la inflación proyectada 9,6 por ciento”.

Según cifras oficiales el crecimiento económico de nuestro país
depende en un 80 por ciento del consumo de los hogares, que a su vez
el 73 por ciento de estos ingresos tienen como origen el salario; sin
embargo, 6 de cada 10 trabajadores devengan sus ingresos del trabajo
informal. Estas cifras contradicen parcialmente la afirmación de Mejía,
mientras confirma la tesis de que la dinamización de un mercado es
directamente proporcional al poder adquisitivo.

Este gobierno debe superar la disyuntiva de ligar el incremento del
salario mínimo a la inflación proyectada, lo que implica tomar distancia
del trickle-down, que a su vez tendría implícito cambiar estructuralmente
la política económica; pasar de una economía proteccionista de las
utilidades de los grandes empresarios, a una que se centre en la
formalización del empleo, una tributación centrada en los grandes
capitales y de orden redistributivo y sin destinación al Gasto Corriente
(burocracia, guerra, pago de intereses de deuda externa), desde luego
el incremento del poder adquisitivo y mejorar la calidad de vida de
los colombianos. La dinamización de la economía solo es posible
incrementando el flujo de capital líquido.