BAJAR LA INFLACIÓN NO RESUELVE LA RECESIÓN

Claudia Julieta Parra
El Producto Interno Bruto tiene los indicadores más bajos
de las últimas décadas, la Deuda Externa (DE) y el déficit
fiscal continúan su tendencia incremental; aunque la
inflación continúa decreciendo el poder adquisitivo per
cápita continúa siendo deficitario.

Recientemente el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (DANE) dio a conocer el índice de inflación durante el
mes de noviembre, que llegó a 10,15 por ciento y completa un
decremento de 8 meses consecutivos; sin embargo, el precio de
los productos básicos continúa siendo bastante alto, lo que presiona
duramente el costo de vida de la población, en especial las capas medias
y bajas, que no les queda otra opción que la sustitución de productos y
en otros que no son sustituibles aplicar una reduflación [*].

La economía colombiana durante la última década se ha desacelerado
principalmente por 3 factores: 1) el crecimiento económico es inferior a
sus necesidades lo cual crea un déficit fiscal, 2) el aumento continuado
del desempleo y el empleo informal genera una economía inestable y 3)
el alto costo de servicios públicos, en especial la energía eléctrica. Estas
condiciones sociopolíticas han llevado a que gran parte de la población
pierda poder adquisitivo, lo que genera una caída drástica de la demanda
y exacerba la desaceleración económica existente, toda vez que dos
tercios del Producto Interno Bruto provienen de la fluctuación comercial.

La evidente recesión económica en la que se sume aceleradamente
nuestro país, es una consecuencia de la crisis global -sin descartarla
como una variable influyente sobre la recesión-. La principal causa es
la aplicación de políticas económicas regresivas, que favorecen a los
grandes capitales y que se basan en el incremento del gasto corriente
(burocracia, guerra, pago de intereses de DE) y sobregirar los pasivos.

De nada sirve disminuir el índice de inflación si el valor comercial de la
canasta básica no disminuye considerablemente y no se traslada un alivio
al costo de vida; en consecuencia, subsanar la crisis socioeconómica,
dinamizar la economía y enfrentar su colapso, requiere incrementar el
poder adquisitivo per cápita, lo cual demanda una política de empleo
formal que disminuya el desempleo y reduzca el subempleo, por lo
tanto, se necesita una Reforma Laboral que centre sus esfuerzos en
la formalización del empleo, la generación de nuevas plazas laborales
formales y con prestaciones de ley; en otras palabras, salir de la crisis
económica demanda generar empleo bien remunerado.